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jueves, 18 de julio de 2019

Llamarle por su nombre




           Llamarle por su nombre


El amor no depende del tiempo, de agujas de reloj ni fechas de calendario. El amor depende de química, de conexión, el amor... depende de ella.
Porque ahora entendí, qué era esa palabra. (Esa palabra que usamos tanto a la ligera describiendo cualquier sentimiento de ilusión, que solo es eso, ilusión, ganas de amar, pero no amor.) Que puede ser bonita, que no tiene que ser dramática, que va a doler, pero no del modo feo. Que te va a hacer sentir frágil mientras te hace fuerte. Que te va a ser bien con su caos, que te va a abrazar su desorden, que te va a dejar sin palabras por tener demasiadas en la mente cada vez que le ves a la cara. Que te hará temblar, que te pondrá nerviosa pero te hará sentir cómoda, como en casa. Que cuando sepas que eres correspondida, ya no querrás correr más, ahora querrás acariciar cada paso, porque sabes que ya no hay prisa, que ya llegaste a donde tenías que llegar. Que cerraste, que después de ella no habrá nada, por eso, la vas a cuidar, la vas a respetar, le vas a demostrar cuánto la amas cada día, cada instante, porque aunque tengas seguridad no deberías estar confiada, eso solo hace que nos creamos que ese estado de bienestar, es normal, que lo tendremos siempre y con cualquiera, pero no es así. Es con ella.
Ella que hace del amor enseñanza y aprendizaje... Porque a su lado el amor es entender la seriedad de la discusión y aun así detenerla solo para decirle que es la más tierna del mundo. Es verle a los ojos y desenfocar todo lo demás. Es perder el control de espacio, tiempo, gravedad y propia conciencia por atender su sonrisa. Es querer ser su princesa consentida y el príncipe encantador que enfrenta dragones en su nombre. Es que te duela no haberla salvado de su pasado, es que te mate no haber llegado antes, aunque sabes que todo lo que ambas caminaron, las dirigía directamente a los brazos de la otra. Es querer defenderla como si llevaran la misma sangre pero disfrutar sus guerras de almohadas y llenarla de mordidas. Es ser dos locas capaces de cualquier fechoría y dos damas que se gritan todo desde las pestañas. Es que todo lo que no te guste lo adores porque lo tiene ella. Es que no se pueda discutir en serio. Es que te derrita en una palabra y te deshaga los dramas a sonrisas. Es que no te pueda hacer enojar aunque te esfuerces. Es que esté hecha de todo lo que te gusta y disgusta pero sea perfecta, es como otro pedacito de ti pero en un universo paralelo. Es que diga la frase que llevas años repitiendo sin que nadie te entienda y te suenen todas las campanas de alaerta ciclónica de una vez, y que aunque quieras correr, sientes que te tienes que quedar. Es que sean el mejor equipo pues su único plan es hacer feliz a la otra. Es que te diga "idiota" y te estremezca como el mejor de los halagos. Es que quieras ser la mejor para ella, porque con ella eres la parte de ti que no permites que el mundo vea, que el mundo no se permite ver, que el mundo no te permite, por lo quebes la que más ella ama. Es ser y sentir sin etiquetas, regirte a ser tú y ella: ella, no lo que nadie diga que aparentan. Es que solo se necesiten la una a la otra y que se vaya la humanidad al carajo. Es jugar como adolescentes y respetarse como un matrimonio. Es que sean felices de que una sola persona en el mundo las entienda y a pesar de que ella te vea como una puta loca, también te sienta coherente. Es lanzarse a la piscina con toda la ropa puesta en medio de la noche o solo tomar su mano caminando bajo la envidiosa Luna. Es querer besarle de la espalda al alma. Es no querer irte nunca de sus huesos. Es querer que inhale tu rostro como tu sus besos. Es disfrutar una calmada, loca, extraña y caótica armonía a su lado, que les hace sentir que siempre han estado conectadas. Que cada paso, que cada error, que cada acto, beso, golpe, llanto, risa, amor, desamor, triunfo y agonía..., era necesaria. Cada una les enseñó y guió a donde están y lo saben, y lo sienten cada vez más. Es que haga tangible aquello en lo que no creías. Es conocer la realidad de algo de lo que solo tenías la idea etérea que te había esbozado Disney. Es tener algo de lo que jamás podrás prescindir en adelante. Es tener tristeza de tanta alegría, es entender por primera vez esa frase. Es estar dispuesta a todo si es a su lado por temeroso que parezcaEs conocerla sin querer descifrarla. Es que te entienda sin comprenderte. Es que pueda estar horas haciéndote el amor o una tarde entera besándote sin más intención que memorizar tus labios con su lengua. Es no cuestionar "¿por qué no coincidimos antes?", es saber que solo ahora sería su momento continuo. Es más que haberse reconocido, haberse esperado sin saberlo. Es sentir que estás en el lugar indicado.... (el que ni buscaste pero necesitabas) porque es en el que único tienes el cielo, sin que nunca ella se atreviera a prometértelo.
Ps: Y perdona que te diga amor, pero dijiste que te llamara por tu nombre.

sábado, 8 de junio de 2019

Un café de otro mundo

          
       


         "Un café de otro mundo".


Y aquí estoy yo. En medio de la galería. Frente a la pintura de un pequeño marciano. Y sintiéndome más extraterrestre que él.
Muchos dirían ¡qué triste tanta soledad!Así, aislado en la penumbra filatélica, a solas, quizás hasta incomprendido.
Pero yo no. Yo lo envidio. Envidio su soledad, el no estar rodeado de restricciones... El tener su propio mundo lejano.
<<Juraría que en su semblante puedo discernir una sonrisa>>, aprecio. Intento imitarlo y parece inútil. No tengo fuerzas, menos aun, motivos.
Paradójicamente piensl que llegué hasta aquí para no pensar. Pero me equivoqué, porque cualquier expresión artística nace de las entrañas de un ser con mucho por decir y mucho que hacernos reflexionar... Así, acabo envuelta en el bucle de pensamientos que venían aturdiéndome desde siempre. Todavía más, desde varias semanas atrás, cuando volví a verle, volví a "incomprensiblemente" estremecerme, volví a necesitarle ilógicamente y volví a alejarme negándole el café con el típico "si acaso un día de estos, te aviso".
Pero toda mi vida había sentido estar fuera de lugar. Subsistir nadando a contra corriente. Intentando seguir la sincronización de la danza que me rodeaba, pero sin éxito. Nada que hacía era entendido, y es que no se si me habrán intercambiado en el cunero o que simplemente nací con la batalla intrínseca de encontrar mi tribu. Tampoco me llamaría la oveja negra de la familia (aunque si es por ser oveja sería arco iris) pero sí la que no encaja si no imita al rebaño. Y fue extremadamente cómodo vivir la mayor parte de mis años de eso, de seguir lo que me decían era y no correcto sin intenciones de preguntar "por qué". En muchos sentidos te facilita la existencia, en muchos más, te la imposibilita.
El día que dejé de tener directora de orquesta, fui incapaz de retomar la melodía, y claro, con 16 años crear una nueva composición, parecía imposible. Así que no lo intenté. Sobreviví copiando recuerdos de viejos acordes que cada vez se desperdigaban más en mi memoria..., mientras murmuraba inconsciente en mi cabeza, un ritmo constante, hostigador y sin dudas, tenebroso. Un ritmo que apareció en creccendo en mis horas hasta incapacitarme de escuchar otra cosa...
Esa lírica incitadora me provoca, me aturde, me tiene de pie frente a esta imagen que parece captar solo mi atención.
De repente se cruza bajo mis párpados la constante inquietud de su mirada y la muerte de los destellos de su iris ante mis reiteradas negativas... Y ya estoy harta, ¡no necesito otra mirada sobre mí! ¡No me importan las demás (que sé recibiremos)! Me importa..., me importa: ¡esa! Me marcho a toda prisa. Solo escucho mis tacones golpeando el pavimento y rezo por estar aun a tiempo... Con una delatadora agitación en las manos, marco su número de teléfono.
—¿Marta...? —verifiqué nerviosa y carraspeé—. ¿Quieres ir a por ese café?
Era una pregunta, una simple pregunta pero para mí, significaba todo. Con esa interrogante, comienzo a seguir aquel ritmo que se escuchaba más fuerte que antes... Ese del que renegaba. Ese que me limitaba. Que me destruía.
Aunque comprendí que la libertad no reside en el aislamiento sino en la inclusión, supe, allí, frente aquel marciano, que no importa estar a solas, incomprendido, fuera de lo normativo... Siendo uno mismo, no precisamos de un común espacio terrestre que compartir con una tribu de cartón que nos tolera, pero no nos entiende. Necesitamos realidad, libertad y una convivencia pacífica con nuestros propios demonios... Lo demás, llegará...
Y a pesar de que la respuesta de Marta, fue un "es demasiado tarde", pude seguirlo, ejecutarlo y danzarlo... Porque también hay que entender que desaprovechar el tiempo, nos pasa factura. Que todo y todos, no esperan para siempre. Y que debemos aceptarnos y vivirnos bien, por nosotros, no por nadie más. Aunque jamás bebimos de aquel café, disfruto esa melodía que me hizo desearlo en primer lugar, colmada de sonrisas de infante sin inocencia. Y me doy cuenta que antes, cuando me preguntaban si era feliz o solo que recordara un día en que lo hubiese sido, un instante de felicidad, no lo hallaba. Hoy cargo miles por contar y sé, no serán los últimos porque hoy, soy todo lo que quiero: yo misma.