Mostrando entradas con la etiqueta #asisoyyo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta #asisoyyo. Mostrar todas las entradas

sábado, 8 de junio de 2019

Un café de otro mundo

          
       


         "Un café de otro mundo".


Y aquí estoy yo. En medio de la galería. Frente a la pintura de un pequeño marciano. Y sintiéndome más extraterrestre que él.
Muchos dirían ¡qué triste tanta soledad!Así, aislado en la penumbra filatélica, a solas, quizás hasta incomprendido.
Pero yo no. Yo lo envidio. Envidio su soledad, el no estar rodeado de restricciones... El tener su propio mundo lejano.
<<Juraría que en su semblante puedo discernir una sonrisa>>, aprecio. Intento imitarlo y parece inútil. No tengo fuerzas, menos aun, motivos.
Paradójicamente piensl que llegué hasta aquí para no pensar. Pero me equivoqué, porque cualquier expresión artística nace de las entrañas de un ser con mucho por decir y mucho que hacernos reflexionar... Así, acabo envuelta en el bucle de pensamientos que venían aturdiéndome desde siempre. Todavía más, desde varias semanas atrás, cuando volví a verle, volví a "incomprensiblemente" estremecerme, volví a necesitarle ilógicamente y volví a alejarme negándole el café con el típico "si acaso un día de estos, te aviso".
Pero toda mi vida había sentido estar fuera de lugar. Subsistir nadando a contra corriente. Intentando seguir la sincronización de la danza que me rodeaba, pero sin éxito. Nada que hacía era entendido, y es que no se si me habrán intercambiado en el cunero o que simplemente nací con la batalla intrínseca de encontrar mi tribu. Tampoco me llamaría la oveja negra de la familia (aunque si es por ser oveja sería arco iris) pero sí la que no encaja si no imita al rebaño. Y fue extremadamente cómodo vivir la mayor parte de mis años de eso, de seguir lo que me decían era y no correcto sin intenciones de preguntar "por qué". En muchos sentidos te facilita la existencia, en muchos más, te la imposibilita.
El día que dejé de tener directora de orquesta, fui incapaz de retomar la melodía, y claro, con 16 años crear una nueva composición, parecía imposible. Así que no lo intenté. Sobreviví copiando recuerdos de viejos acordes que cada vez se desperdigaban más en mi memoria..., mientras murmuraba inconsciente en mi cabeza, un ritmo constante, hostigador y sin dudas, tenebroso. Un ritmo que apareció en creccendo en mis horas hasta incapacitarme de escuchar otra cosa...
Esa lírica incitadora me provoca, me aturde, me tiene de pie frente a esta imagen que parece captar solo mi atención.
De repente se cruza bajo mis párpados la constante inquietud de su mirada y la muerte de los destellos de su iris ante mis reiteradas negativas... Y ya estoy harta, ¡no necesito otra mirada sobre mí! ¡No me importan las demás (que sé recibiremos)! Me importa..., me importa: ¡esa! Me marcho a toda prisa. Solo escucho mis tacones golpeando el pavimento y rezo por estar aun a tiempo... Con una delatadora agitación en las manos, marco su número de teléfono.
—¿Marta...? —verifiqué nerviosa y carraspeé—. ¿Quieres ir a por ese café?
Era una pregunta, una simple pregunta pero para mí, significaba todo. Con esa interrogante, comienzo a seguir aquel ritmo que se escuchaba más fuerte que antes... Ese del que renegaba. Ese que me limitaba. Que me destruía.
Aunque comprendí que la libertad no reside en el aislamiento sino en la inclusión, supe, allí, frente aquel marciano, que no importa estar a solas, incomprendido, fuera de lo normativo... Siendo uno mismo, no precisamos de un común espacio terrestre que compartir con una tribu de cartón que nos tolera, pero no nos entiende. Necesitamos realidad, libertad y una convivencia pacífica con nuestros propios demonios... Lo demás, llegará...
Y a pesar de que la respuesta de Marta, fue un "es demasiado tarde", pude seguirlo, ejecutarlo y danzarlo... Porque también hay que entender que desaprovechar el tiempo, nos pasa factura. Que todo y todos, no esperan para siempre. Y que debemos aceptarnos y vivirnos bien, por nosotros, no por nadie más. Aunque jamás bebimos de aquel café, disfruto esa melodía que me hizo desearlo en primer lugar, colmada de sonrisas de infante sin inocencia. Y me doy cuenta que antes, cuando me preguntaban si era feliz o solo que recordara un día en que lo hubiese sido, un instante de felicidad, no lo hallaba. Hoy cargo miles por contar y sé, no serán los últimos porque hoy, soy todo lo que quiero: yo misma.

martes, 26 de febrero de 2019

Ojalá





                         Capítulo III - "Ojalá".
                         (Donna y Madeleine)


Ojalá pudiéramos llorar y llorar hasta quedarnos vacíos, hasta el punto de olvidar qué brotó la primera lágrima... Ojalá su caída significara la huida del dolor... Ojalá valieran de algo más que torturarnos y recordarnos que sentimos por un corazón ingrato... Ojalá con llorar una noche entera solucionáramos todo... Ojalá al amanecer, teniendo ya secas las cuencas de los ojos, pudiéramos decir que ya estamos bien, que ya no sentimos igual. Pero no es cierto, seguimos igual, latiendo por quien no debemos y ni llenando los océanos de lágrimas cambiaremos ni nosotros, ni ellos ni las malditas complicaciones de la vida y la sociedad... Ojalá no tuviese que continuar resignada a llevarle en silencio bajo mi pecho mientras voy de otra mano viéndola pasar de la de siempre... Ojalá todo fuera más fácil... Ojalá no haberle devuelto aquella mirada... Ojalá nunca... Ojalá otra... Ojalá...

Tantos <<ojalá>> que se quedan en deseos lanzados al viento que nunca serán realidad. Nunca terminamos de llorar, nunca se acaba el dolor, siempre vendrá algo por lo que sufrir (o así me siento hoy). Veo la vida como un camino por atravesar lleno de espinas, algunos, con la obligación de no alcanzar a ver la rosa, nuestros ojos están demasiado empañados porque nuestra piel es más sensible a las heridas de contacto. Esos que lo atraviesan suspendidos por el simple aroma de sus pétalos, son afortunados, esos, no se dejan lastimar ni por la mayor de la espinas, ojalá fuéramos todos así, al menos por un día... En este instante, donde no se divisan las rosas, el deseo continuo de tener las cuencas y el alma secas por el resto del camino, seguirá siendo otro incumplido <<ojalá>> por asumir.

domingo, 27 de enero de 2019

Autorretrato.





Duermo los días y vivo las noches, no tengo cosquillas, no babeo ante cachorrillos o bebés ajenos, no amo el chocolate, no me gustan los perfumes dulces, el exceso de maquillaje ni GAME OF THRONES. Soy extremadamente controladora, dramática, posesiva, irritable, atea, engreída, opuesta, ilusa, anárquica, intolerante, analítica, autodestructiva, incontrolable, sensible, negativa, ingenua, presumida, impaciente, solitaria, inestable, distraída, explosiva, antisocial, vergonzosa, indecisa, tan enamorada como desalmada y por lo general demasiado expresiva. Tan nerviosa como para pasar los momentos serios con risas y dar malas noticias sonriente. Tan tierna , graciosa o seductora como lo consigas. Tan contradictoria que mi película favorita es del género que más odio, la escritora que más admiro escribe del modo que más critico y lo que más amo en el mundo es a lo más le temo... Tanto que presumo rudeza y soy de cristal, confianza y vivo de inseguridades, dolor por lo que no duele e irreverencia a lo que me desarma. Soy de arrepentirme más por lo hecho que por lo que no, difícilmente concluyo algo (nunca ha ocurrido), no tengo horarios, sentido de orientación, rango de dulce o salado y mi paladar no describe nada más preciso que "algo le falta". Adoro los corazones rotos creyéndome capaz de devolverles esperanzas, me gusta hablar (y hasta discutir) a solas, siempre se me ocurren los buenos argumentos de las peleas fuera de tiempo y no consigo imaginarme de mayor. Recuerdo tener un problema con alguien pero nunca recuerdo qué fue, si me siento mal no me gusta que me intenten hacer sentir bien, no le doy al sexo más valor del merecido ni lo veo como diversión por lo que soy incapaz de llegar a ese punto con alguien que desconozca o que no esté emocionalmente vinculada pero se me revuela el corazón entre letras a extremos médicos. Me gustan los postres como entrantes, comer tic tacs de naranja a toda hora, el café con más azúcar que café y la pasta en plena madrugada. Ser detallista más que lo sean conmigo, cruzar los límites de lo prohibido, jugar en la línea de peligro y vivir a destiempo en el borde de la realidad. Celo hasta lo desconocido y me imagino hasta lo improbable. Celo a muerte hasta a personajes cinematográficos. Si te amo, celo tu pasado, el aire que respiras, la vida de la que no formé parte, las lágrimas que no pude limpiar, las sonrisas que no pude disfrutar y los pensamientos que no me pudiste dedicar. Vivo poniendo mis sentimientos a prueba y las fronteras de mi cordura, no se reaccionar a las sorpresas (por ello las odio) y por el contrario de muchos, veo la mejor edad en una mujer a partir de los 40. Cada vez que logro algo que anhelaba lo dejo de lado, si no veo en un programa alguien que llame mi atención directamente no lo veo, todo lo aprecio luego de pasar de moda y decir odiarlo y siempre termino amando más, aquello que en principio detesté. Pasé de querer cuatro criaturas a no querer ninguna, de la más valiente a la más temerosa, de odiarla a hacerla mi mejor amiga. Creo en el amor a primera vista, en que se puede amar sin conocerse y extrañar a los labios que no se han besado. Que existen bien intencionadas personas (quizás esto demasiado), sirenas, vida extraterrestre, espíritus, vida después de la muerte y disfruto lo sobrenatural sin buscarle explicaciones científicas. Creo en el destino y no en la casualidad, en que nuestros pasos siempre nos llevan a un camino anteriormente premeditado y no a uno decidido. Creo en los cuentos de hadas, los amores de telenovela, en el "vivieron felices por siempre" aun sin creer en una felicidad más allá de momentos felices. Puedo ver mi película favorita más de 30 veces en 60 días y sentir cada vez que es la primera, escuchar desde Dusty Springfield hasta Mon Laferte y terminar internada en un hospital por un dolor más que físico, emocional. Puedo enamorarme de personajes de televisión más que de cualquier ser humano y mi alma literaria consigue sacar una novela de un cruce de miradas y dejarme años padeciéndolo. Puedo pasar horas en cualquier sitio hablando de arte o analizando el comportamiento humano, tener la mayor discusión y a los 20 minutos tratarte mejor que nunca, conocer perfectamente a una persona como nadie sin necesidad de que me importe más de la cuenta, estar años enamorada y decirle a todos menos a esa persona o pasar otro entero con un único pensamiento dominando cada acción. Prefiero andar con una persona que tener una "pandi", pasar los días encerrada en casa dentro de un libro que la mejor salida con amistades, los paseos casuales a los elegantes, vivir historias de amor utópicas que condenarlas a caminos reales no marcados por mí, crear antes que vivir. Prefiero lo malo conocido que lo bueno por conocer aun pareciéndome absurdamente estúpido. Paradójicamente me desestabiliza perder el control y no tener todo psicológicamente preparado pero amo el resultado de mis actos impulsivos. Mi mejor amiga es quién más claro tiene mis defectos y quién más los recalca (creo que justo por ellos le agrado, aunque lo va a negar). Cuando estoy triste escucho la música más deprimente hasta sentir mis lágrimas y no puedo conformarme con pocas creyendo que así vaciaré el dolor. Si no me quieres te quiero, pero si me quieres te odio. Adoro viajar en carretera y odio llegar al destino, amo el arte y odio a la mayoría de sus creadores. Veo todo lo relacionado con ataques de tiburones y asesinos en serie pero soy incapaz de atrapar un mosquito. Odio que me rectifiquen y amo rectificar. Soy extremadamente egoísta pero amo más de lo concebible, una poesía sacó mis lágrimas pero nunca antes me había gustado, no comparto pero me gusta que me compartan, amo el mar pero no resisto mucho tiempo en él. Busco ser la protectora de la relación pero amo ser protegida, me quiero creer madura pero no me apetece madurar, recuerdo lo más absurdo pero lo más importante lo borro, si decido acabar algo es para siempre, pero no respeto si lo decide alguien más. No olvido un mínimo detalle sobre algo que dijo quien me interesa pero fácilmente podría olvidar su rostro, detesto estudiar, las clases, la escuelas pero idolatro a las académicas. Detesto tanto ser el centro de atención como pasar desapercibida, no me gusta salir pero sí las invitaciones, amo ver los problemas y obviar darles solución. Sólo me enamoran las relaciones contrariadas y no hago nada por hacerlas posibles, porque perderían la gracia. Una vez que algo me gusta no lo dejo hasta odiarlo y graciosamente luego me vuelve gustar y lo vuelvo a odiar y entro en un círculo vicioso que nunca acaba, por lo que cuando una persona cree haberme conocido es cuando menos lo hace. Me molesta la presencia humana, las hipocresías y ser educada con personas idiotas (por lo que no lo hago), no disimulo el malhumor o desagrado ni me inmuto en agradarle a nadie y odiooo a quien lo hace. Nací con un odio intrínseco por los hombres sin que me hicieran daño. No lidio con los que  sobrevaloran la cultura y se burlan de quienes se preocupan por tenerla. Odio que me conozcan pero me gusta que intenten descifrarme. Odio el Sol, madrugar, que me despierten y despertar a solas aun odiando compartir mi cama. Odio haberme convertido en el ser que más he aborrecido en mi vida y no poder evitarlo, odio salir a bailar pero si me nace el deseo en medio de la calle no me corto y no tolero más de tres días fuera de mi cuarto aunque esté en el paraíso. Odio la puntualidad, la sensualidad forzada, que me hagan favores, regalos o me ayuden. Me resulta extraño que me quieran..., no me gustan los abrazos, las muestras de cariño me parecen símbolo de debilidad y aun sintiendo el deseo no logro llevarlas a cabo pero me pierden los susurros en voces graves y los besos en el cuello. Pero sobre todo, lo más irónico, es que detesto compartir mis obsesiones después de hacer que se enamoren de ellas. Así soy yo..., dueña de un carácter con suficientes razones para que lo odies o del cual enamorarte irracionalmente.
Claire Garbo.