CapÃtulo II - "Kan Maktub".
(Donna y Hera)
Fue una misma noche cuando el descubrimiento de dos sentimientos totalmente opuestos, se abrieron paso en aquel sueño. Experimenté la felicidad intensa jamás conocida besando unos labios inadvertidos, y supe que habÃa encontrado lo que ni percibÃa estar buscando. Disfruté tanto como pude... Le besé, me besó, abracé fuertemente su cuerpo para perderlo dentro del mÃo y tomé su mano en un oscuro camino sin saber dónde llevaba (eso no era lo importante). Me sentÃa inexplicablemente eufórica, por primera vez con la sensación de estar rellena de helio y que su mano era la cinta que sostenÃa mi vuelo. Me habÃa mostrado ante alguien espectacular que se sentÃa mi mundo y en ese momento, yo parecÃa lo más importante del suyo. A lo lejos se veÃan unas luces transportadoras a las que me acerqué siguiendo los pasos de quién simulaba una ansiosa Dorothy por el camino de baldosas amarillas. Pensé que ya todo estaba bien, nos habÃan arropado diferentes amistades (en la mayorÃa suyas) que nos alababan, mas de repente..., le pierdo.
Nadie parecÃa notar su ausencia ni mi búsqueda de vuelta a la oscuridad. Abrir los ojos y no verle tampoco a mi lado fue cómo si arrancasen de raÃz la más preciada rosa de mi jardÃn, como si se llevasen algo que ya me pertenecÃa. Honestamente fue el dolor más grande que nunca sentÃ, el de perder lo nuevo, los recién descubiertos sentimientos. Sentà cómo quedó un inmenso vacÃo que me hacÃa desfallecer, seguidamente lo creà una sátira de la vida que me volvÃa un personaje absurdo y de inmediato sintiéndome la boca arder, entré en pánico. ¿Qué acababa de suceder? ¿A qué se debÃan esas lágrimas? ¿Cómo le besé si habÃa exiliado de mi vida consciente cada resquicio de duda? ¿Cómo hiciste para colarte en mi fase MOR? ¿Por qué se sintió tan bien? Sobre todo, ¿por qué ahora me sentÃa tan mal? Abrumada y perdida me preguntaba si su presencia fue causante de mi confusión o la más clara anulación de las dudas existentes.
Pronto esas interrogantes fueron despejadas..., me di cuenta que esa oscuridad abundante en mi sueño sin su presencia, no era más que el dibujo de mi realidad. Y tras aquella angustia inexplicable, cerrar los ojos era sinónimo de volver a tener a esa silueta culpable que no podÃa dejar escapar. VivÃa ocupando cada pensamiento, cada suspiro porque sabÃa que le encontrarÃa más allá de lo etéreo, que me habÃa adelantado el destino para que tomara calmada la ruta. Me mostró que la felicidad, aquella que en conciencia creà haber tenido, no tenÃa comparación con la que aún me estaba esperando, la que vivà por cortos instantes, pero la que no dejé de perseguir en pensamientos. Mas, también me hizo saber, que aquella angustia desgarradora podÃa venir de su mano. El destino proclamaba una boca enaltecida donde no habÃa punto medio, o conocÃa la felicidad extrema o la más rotunda desgracia. Tan difÃcil como hermoso. Si perdÃa lo hallado, la pena desarmarÃa mi alma en pedazos pero aún asÃ, no me importó.
– Ni el dolor, ni la angustia, ni lo que tuviese que sufrir importaban porque solo por tenerte, valdrÃa la pena todo –me explicaba.
Tú, vales la pena y el no haber detenido mi búsqueda logró que cada dÃa viendo tus ojos amanecer, sienta que vuelvo a descubrir el universo. Agradezco el fenómeno ancestral que te hizo danzar en mis pestañas demostrándome que era hora de despertar y vivir lo anhelado, sin eso, no me hubiese atrevido a admitir mi verdad (o quizás hubiese tardado más años). Me diste el valor faltante demostrándome que yo también deseaba que mi vida tuviera alegrÃas y sin lograr dejar esa nueva necesidad dentro de mÃ, mi búsqueda tomó sentido. A veces me crees desquiciada y te preguntas, "¿cómo por un sueño alguien es capaz de replantearse totalmente la verdad de su existencia?", "¿cómo este hace que le dé un vuelco a su vida persiguiendo nuevas metas?" Acaricio tu mejilla y sólo puedo darte la misma respuesta.
– Es simple, mi convicción: tú.
Tú has sido la respuesta a cada pregunta y fuiste mi última duda. Algunos le damos vital importancia a esas experiencias extrasensoriales que somos incapaces de controlar, creemos en que tienen un sentido y para mÃ, son el faro guÃa de nuestro destino. El solo soñar con lograr perderme en la profundidad de tus verdes ojos, ser los labios que te besaran y saber que estabas a solas en un mundo a mi espera, me daba fuerzas para no caer en la alienación. Creà haberte encontrado en varias ocasiones llevándome siempre chascos que me hacÃan preguntarme si estarÃas pasando algo igual. PodÃas estar sufriendo, entregándote a otro cuerpo pensando que era el mÃo y aunque quizás eras feliz sin mà (cosa que no querÃa pensar), tal vez aun no sabÃas que me estabas esperando, pero lo hacÃas. La primera vez que me crucé tus ojos, me llamaste loca con toda la razón. SostenÃas mi libro favorito y no se me ocurrió nada más patético que decirte en plena librerÃa "¿qué tal tu vida sin mÃ?". Tu mirada desconcertada buscaba la cámara oculta y ante su ausencia proseguà con un "te conozco desde hace años, aunque tú no me conoces aun" y al "¿de dónde?" (sonando como un cliché galán) respondà con poco procesado "de mis sueños". Dudé tras esa frase si aun viviendo para encontrarte no estaba lista para ello, mas tu automática risa alegando mi locura, silenció todos mis miedos. Supe que ese serÃa el primer dÃa del resto de nuestra vida.
ConocÃa el precio de perderme en tu intenso tÃmido mirar, pero debe tener propiedades magnéticas porque no dejé de explorarlo. SabÃa que en un paso más, pagarÃa siendo la única culpable (yo fui quién corrió el riesgo), pero no me importó nada, ni nadie y por fin tengo lo que buscaba. Quizás también fue su gusto a café..., pero desde entonces me volvà una adicta declarada de tus besos. No sé qué será de mà sin ellos... Sé que tú no crees en los sueños, en las almas gemelas, en los amores de otras vidas o el destino más allá de fortuitos accidentes, pero te confieso, aquellas lágrimas de angustia me persiguen cada dÃa más. Que antes de tenerte era más valiente, que es imposible me arrebaten el éxtasis de las manos (¿por qué ahora permitirÃa que se fuese de mi vida lo que tanto he querido?), pero aún asÃ, me aterra el irónico destino, pues por mucho tiempo también creà imposible tu hallazgo y aquà estamos hace seis años. Si se cumplió su inicio, ¿por qué no también su final? Tal vez debà saborear la gloria de tenerte solo para perderte, pero tampoco habrá sido en vano. Mi consuelo serán los momentos que te tuve y la persona que me hiciste descubrir que soy. Tu marcha no serÃa más que la muestra de que aun siendo tú mi destino, yo no seré el tuyo, que sólo nos tocaba enamorarnos, mas no pertenecernos.
– Debo aceptarlo, contra eso no se lucha –le dije yo asustada.
Pidió encontrara la calma como lo esperaba, aunque no vi venir su repentina confesión.
– Yo también andé de tu mano en esa oscura noche. Llevas mucho más de seis años, siendo la superheroÃna de todas mis historias.
En ese momento tuvo sentido su frase "somos dos sueños hechos realidad". Y aunque sigo viviendo con miedos (cualquiera que ame lo entenderá), confÃo más que nunca en que todo está escrito.