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viernes, 6 de septiembre de 2019

Tenía que ser ella


     


   

                  "Tenía que ser ella".


A veces nos encerramos tanto en nuestros paraísos personales, esos que nos creamos como supervivencia de un mundo que ya dejamos de comprender porque no nos quiere entender, que olvidamos echarle un vistazo a la realidad y preguntarnos si estamos de acuerdo con ella, si quisiéramos cambiarla y por dónde comenzaríamos. (Tal vez es este otro mecanismo de defensa, como el que utiliza nuestro cerebro para no confinarnos a la ansiedad absoluta de siempre vivir inconformes y queriendo lo que no se puede.) Yo, hoy no puedo decir que vivía feliz, conforme o que tenía una vida de ensueño, pero tenía mi pequeña isla inmune a la realidad, sí, tenía. Tenía porque un día a las orillas de mis playas llegó una ola, que admiré encantada avecinarse, hasta que se transformó en el oleaje que desató una tormenta. Azotó cada una de las palmeras y no destruyó mi isla, pero la agrietó hasta precipitarme a la realidad. Una realidad que decía, que nada de mi vida era como parecía, pero no, no piensen que esto significa que vino a hacer mal, por el contrario, es en las lluvias de este huracán inadvertido, donde tengo pensado dar hasta mi último baile. Lo que ocurre es que con ella descubrí todo lo que me hacía falta. Fue como instantáneamente darme cuenta de que había algo que me ausente, nunca lo había percibido, nunca lo había necesitado, pero ahora que lo tenía, podía percibir que siempre hubo una pieza de inexistente en mí... Solo balanceándome en sus vientos pude sentir toda la felicidad de la que carecía mi vida, fue como explicarme en cada ráfaga "¿cómo podía considerar a aquello felicidad? Felicidad es esto, nada más". Ella me abrió los ojos a la realidad, a las miserias de mi vida, a lo mucho que me conformaba, a las aspiraciones muertas. Y tuvo que llegar dicho fenómeno para recordármelo, pero claro, tras mi exilio a la isla se ocultaban grandes motivos, no todos deciden autodesterrarse del mundo, y quien lo hace no lo hace solo porque sí. 



Mis motivos..., asumo fueron las decepciones de la humanidad y la muerte de la fe por la vida.
Hubo un punto de inflexión en mí, donde comprobé eso de que la muerte no se lleva consigo solo una vida, la mía se fue en el mismo viaje. Rompí cadenas con cada cosa que había conocido hasta el momento, todo absolutamente, me convertí en alguien nueva, en quién creo debí de haber luchado por ser siempre. Pero ese proceso fue largo, y con aquella perdida solo vinieron millones de catástrofes de toda índole y en todo sentido, más de las que cualquier ser humano podría soportar, supongo que tras la última, vino la decisión de tomar distancia de una cruda realidad con la que nunca tuve buena relación, una verdad que creía me odiaba. No fue una decisión tomada a sangre fría, sino una que ni me di cuenta había tomado, hasta que llegó a susurrármelo ella con marejadas. Mi vida se había quedado inerte, desvanecida, mi vida se había quedado sin vida en algún momento en el que estuve demasiado ocupada para percibirlo. ¿Por qué? Simplemente porque había existido hasta entonces creyendo en tantas cosas, que ver que solo existía una espera interminable, me hizo seguir esperando, pero ya convencida de que nunca llegarían. La felicidad, los amores bonitos, las almas gemelas, la persona indicada, el sentir sin sufrir heridas..., se volvieron solo ideas, ya no eran sueños, ni deseos, ni búsquedas, eran cosas que tenía asumidas como inexistentes, como la vida después de la muerte. Quizás la imposibilidad de descifrar el código de Houdini debió haberme preparado para ello, pero no lo hizo, lo hizo esa pérdida, lo hizo esta, porque era la mía. Porque si ella no volvió a mí ni al menos un instante, es imposible que las almas se queden en algún sitio, y desde que nací esa había sido mi convicción y esperanza más absoluta.
¿Cómo tiras para adelante cuando en lo que más creías es lo que tan grandemente te falla? Manera no había, ni de creer, ni de soñar, ni de volar, solo era asumir que los mejores momentos de mi vida, ya habían pasado y me los repasaba mentalmente noche a noche para saborear un poco la alegría, hasta que solo fueron infelicidad y dolor por discernir tanto del presente que me carcomía las paredes estomacales. Mejor olvidar el pasado feliz, porque no volverá, y las comparaciones más que odiosas, te hunden en la miseria. Dejando atrás la única época de júbilo conocida y asumiendo que en adelante nada mejor llegaría, comencé a vivir en piloto automático. Sin sentido, con cortas y esporádicas alegrías que me autocreé a consciencia, pero que me salvaban del acantilado del suicidio del que además fui muy cobarde para atreverme a lanzarme. Así que en vez de saltar, me escapé a mi paraíso desierto de pensamientos y culpas y "hubieras", dibujándome una vida, cualquiera, pero una. A partir de ahí, todos te ven y sienten orgullo y te llaman fuerte, pero tú no lo entiendes, porque en el fondo sabes que eres lo contrario. Sabes las millones de noches que pasaste a solas en llantos desconsolados, sabes las frustraciones que viviste cuando nada para mejorarte estaba al alcance de tus manos, cuando sabías que el único modo de aliviar tu dolor era imposible, cuando soñabas que vivías una pesadilla y despertabas aun en ella, cuando sabes que es imposible arrancar el dolor sin extirparse los recuerdos. Por eso cuando todos te ven fuerte, tú te ves como una basura, porque ya no puedes extrañar, ya ni el dolor más grande que sufriste, lo sufre, ya no te afecta, eres un robot que no echa de menos los días que debería desear seguir teniendo...
Pero justo cuando te das  asco completamente por la necesidad de convertirte en eso que nunca fuiste como único remedio y crees tener por dentro la más oxidada de las maquinarias, la que nadie más que tú misma ha logrado echar a andar, la pones en marcha a consciencia, y sin percibirlo un día cambiaron los vientos y las piezas siguieron su propio ritmo. Y te sorprendes, y te quedas perdida porque fuera de tu paraíso no sabes andar, porque estás acostumbrada a caminar por la arena y tus piernas en el pavimento de las calles de la verdad, se sienten más extrañas que las de Ariel al estrenarlas. Y vuelves a sentir, y vuelve a doler, porque nunca habías estado sin control, porque nunca había alguien más piloteando contigo, y te crees que te van a destruir, que no se puede sentir de nuevo, que no se puede dar ese poder, que no puedes permitir que inmunicen el sistema que tantos años te costó crear, pero ya lo hiciste, desde que sentiste ese miedo, ya le habías dado todos los permisos de secuestrarte el alma, porque ya estabas sintiendo todo lo demás... Y estás feliz, pero has estado tan entrenada para lo contrario que no sabes ni cómo se hace, no recordabas qué era eso, no recordabas qué era vivir sin tormentos, sin buscarte las espaciadas alegrías, sin ser responsable tú misma de tus horas felices, y esa fragilidad te asusta y desorienta, pero aquella tormenta se siente tan perdida como tú, porque jura haber estado durante más años, en busca de una isla donde descansar, aunque nunca pensó que se ubicaría en el Pacífico..., ella hubiera elegido una más cerca al Mediterráneo, pero como yo no elegí su llegada, ella tampoco pudo elegir su destino... 
Simplemente..., las cosas pasan, y hay que tomarlas como vienen y vivirlas con fuerzas, sin miedos. En la vida no hay nada seguro, solo la muerte, ¡no le rindamos homenaje en el día a día! Me costó entenderlo, a mi tormenta también, veníamos cargadas de tantas grietas que lo único que podíamos hacer era destrozarnos en el caos más absoluto... Bueno, ahora solo puedo decir: qué bien se siente no pensar y dejar que las cosas te sorprendan, porque cuando decidimos ambas perder el control y tomar todos los riesgos, encontramos la calma que jamás sospechamos ansiar. 



Ahora tenemos un mar entero a nuestra disposición…, uno sereno, sin prisas, ni presiones, donde sentimos que tener todo el camino por delante, pues ninguna desea huir después de al borde del abismo habernos encontrado. Un mar al que nos llevaron todos los errores pasados, para e que nos diseñó cada una de nuestras experiencias, uno en el que no hay que intentarlo tanto para que nadie se quede, en el que no nos desarma ningún tipo de tempestad aunque no tengamos nada asegurado, en el que nos entendemos sin comprendernos de todo y en el que no es necesario desvelar cada truco porque adoramos el misterio. Un mar en el que quisiéramos permanecer siempre, en el que no necesitamos controlar nada más que ser nosotras mismas, en el que nos abatimos y calmamos juntas porque el orgullo no es la prioridad. Un mar con azufre de realidad, en el que aun así, sin esfuerzo dejó de tener importancia el resto de la raza humana, el mundo tal y como lo conocíamos. Un mar al que elegimos una y otra vez abrazar cuando la crueldad exterior nos desarma o nos hace sonreír, porque en sus aguas habita lo mejor del universo, eso que te da una y otra vez la fe, esa hada que te revitaliza los sueños con objetividad, la misma que te hizo volver a creer, porque si ella existe, ¿cómo no va a existir la magia? Y es que parece utópicamente poética la verdad, y darte cuenta de que aquella que viste avecinarse como tu destrucción, fue la única dispuesta a quedarse y repararte. Después de haberte tú, pasado la vida reparando corazones ajenos sin mirar el tuyo (y también haberlo querido hacer con el de ella cuando todavía era una ola) y de todas, solo esa tormenta perfecta se preocupó por el tuyo. Te cambió la vida. Te devolvió todo aquello que solo habían quedado como ideas descartadas, e hizo sentir que hay alguien perfecto para ti aunque parezca el más imperfecto a primera vista, que cada quién tiene un sitio al que llegar que desde siempre le ha estado esperando seguramente sin haberlo percibido, que el amor si es amor no duele, solo alegra, solo es lindo, solo es una apasionada calma, el amor para ser amor, tenía que ser con ella...


jueves, 13 de junio de 2019

Hablemos de amor






               "Hablemos de Amor".


¿Sabes lo que es que un sentimiento te coma viva? ¿Que te trepe desde las paredes del estomago hasta el cerebro? ¿Que no te deje dormir ni pensar ni comer ni vivir?¿Que no puedas manejarlo? ¿Que mientras más lo quieras dominar más te controle? ¿No saber cómo ni cuándo pasó pero ya no poder dejarlo atrás? ¿Conocer en lo que te metes pero no conseguir salir? ¿Que los latidos se te hagan lágrimas de miedo? ¿Que te aterre ser la única experimentándolo porque sabes las madrugadas que vas a pagar? ¿Decir "OMG no puedo creer q esté pasando por lo mismo" pero no tener fuerzas para huir? ¿Vivir alimentando una ilusión a consciencia? ¿Querer correr y no moverte a la misma vez? ¿Querer leer la próxima página pero no atreverte a pasarla? ¿Desear hacerle entender lo especial que la ves sin querer que lo sepa? ¿Querer hablarle y no vocalizar verbo alguno? ¿Que de pensarle te tiemble hasta el alma? ¿Querer vivir algo más pero no poder dejar de disfrutar ese instante? ¿Solo verte con ella sin haberla visto? ¿Amar sin querer hacerlo? ¿Conocer que te va a doler y querer sufrirlo? Yo sí, pero para mi pesar, lo aprendí contigo, peor aún, sé que tu no estabas lista para enseñármelo... Aun así, te quiero en mi vida y ahí te voy a dejar. Para que el día que por otra tú lo sepas, tener el placer de que me hables de amor. Cause girl, you would be fucked up! Y yo te entenderé como nadie. Porque el amor..., el amor es como la ira y los románticos somos personas con problemas de contención de la misma. No podemos callar esa voz dentro que nos dice <<hazlo aunque no sea lo mejor, o será peor todavía>>. Amamos hasta conscientes de que no seremos amados, y aunque después de que se disuelva nos preguntemos <<¿qué diablos me pasaba por la cabeza en ese instante?>>. Porque sí, porque está en nuestra naturaleza y al final la cabra siempre tirará al monte cada vez a mayor velocidad. Así que mejor no renegar de lo que tenemos destinado a enfrentar.

miércoles, 22 de mayo de 2019

Ustedes / Nosotras





                 Ustedes / Nosotras


Odio a las mujeres que solo por verte la cara de "nena", creen que lo eres. Las que te etiquetan sin una conversación previa. Las que se guían por convencionalismos baratos. Las invidentes espirituales. Las que no se arriesgan. Las que generalizan por la generación. Las que solo buscan revitalizarse con neófitas almas "ingenuas". Las que piden emoción y se alejan de los desafíos. Las que juegan a vivir y se quedan donde solo pueden morir. Las mujeres que creen que los años significan sabiduría. Que la edad es directamente proporcional a la madurez. Que solo es interesante quien lleva arrugas en el rostro. Las que asumen por tu juventud que escuchas One Direction y tu actriz favorita es Dakota Johnson o Jennifer Lawrence cuando idolatras a Pimpinela, ABBA y Air Supply y sabes que como Bette Davis y Greta Garbo no habrá más ninguna.

¡Porque no! No señoras, ni los años son experiencias ni el tiempo sabiduría.

El mundo es un abanico de diferencias, un abanico por el que pasa la vida y nos hace mayores pero no necesariamente grandes. Las que hoy viven de prisa, no tienen conversación, carisma, ansias de saber, nada por decir, ni más conocimiento del estrictamente reglamentario, porque presencie un par de inviernos, no se volverá lo contrario. Será la misma, con menos visión, menos memoria, más peso, marcas, canas..., pero la misma.  Porque todos podríamos vivir lo mismo sin iguales resultados, porque somos DISTINTOS. El que a ustedes les llamen "señoras" y a nosotras "muchachas", no dice nada. Porque aunque vivir como si fuesemos a morir mañana alegan que no es la respuesta, hacerlo como si la muerte no existiera, tampoco lo es. Porque hay experiencias talladas bajo la piel y olvidos que no desvanecen los años. Porque hay cicatrices que no te ajan y canas que no se peinan, sino que bombean sangre. Y yo, amo a las mujeres, como aquella, que son capaces de verlo.


viernes, 8 de marzo de 2019

Almas Robóticas





                        Almas Robóticas



Solo un robot podría no apreciarla... Solo estos son capaces de divisar la mejor de las creaciones humanas y decir que no es importante, que la vida sin ella es la misma, que no es necesaria. Es lógico, ¿cómo valorar la pura expresión de sentimiento cuando están despoblados de dicha virtud? Mal afortunados, ¿para qué reñirles si no hay mayor castigo que vivir sin emociones? Esquemáticamente, sin noción del mundo real al que llaman (equívocamente) utópico. Lo único que merece la pena pelear, es el derecho al respeto. Si no comprendes porque estás escaso de magia y sobrepasa los límites de tu imaginación, calla, acepta aunque no compartas, defiende la maquinaria sin denigrar al lienzo.  Que no seas capaz (aun repitiendo constantemente su total contradicción) de hallar el hechizo en tus metálicas piezas, no te concede derechos para hacer sentir a quien subsiste en un vuelo infinito, de vivir en la manera errada. Que la magia se acaba, que es falsa, que no existe, que no es más que "copos de luna pulverizados" que un soplido de viento arrastrará con él, que hay que pisar tierra firme y dejar de mirar las nubes... Quizás para tu modo de vida sean consejos aplicables, ¡pero no para el nuestro! Si nunca has tenido una pasión tan grande en tu vida, no debes agredir a quienes vivimos por ella. Cuando la dejes entrar a tus días, te darás cuenta de lo feliz que se puede llegar a ser, mas nunca por desconocimiento deshonres.
Es triste (para mí hasta inconcebible) saber que subsisten personas sin fantasías, que no sueñan con tocar las nubes, que no valoran a las hadas ni a la fuerza que mueve el mundo. ¿Cómo puede serles irrelevante en la vida si es vida pura? Desde una melodía de Bach hasta una escultura de Miguel Ángel, desbordan los alientos que son pecado desapercibir. ¿Cómo no ver su valor? Da igual que sea una conocida o no, que valga millones o nada, que sea de las obligatorias a leer en la escuela o la que sólo leyó su familia, cada una es nuestro tesoro personal, nuestro logro, y ellas, son el mapa emocional de nuestro viaje. Nos dejan una sensación inigualable, no puedes quitarle los ojos de encima pensando "¿realmente todo esto salió de mí?". El acorde final de nuestra canción, es como el primer llanto de tu primogénito. Les dimos vida, los creamos, los trajimos a este mundo desde nuestras entrañas. ¡Nuestras obras son nuestros hijos! Hay quien vive para crear, hay quien crea para vivir. Pero debemos coexistir respetuosamente, si nosotros empatizamos con sus elecciones (aunque no las compartimos), permítanse hacerlo con las nuestras. No traten de entendernos, sólo de no discriminarnos. Porque sólo los de mundo interior ausente (eso que te permite ser feliz en plena convivencia solitaria), no ven nada en la comunicación de quien lo plasma inmortalmente y sería una pena formar parte de esa lista. Si careces de este poder y las ganas de obtenerlo, considérate desdichado, autoproclámate un alma robótica, mas, permítenos a los hechizados, continuar viviendo de "ensueños". Porque, ¿qué sería de la vida sin arte? Es lo único que nos pertenece, lo que no nos pueden arrebatar, aquello que hasta después de la muerte, seguirá viviendo.

domingo, 3 de febrero de 2019

Kan Matkub




            Capítulo II - "Kan Maktub".
                     (Donna y Hera)


Fue una misma noche cuando el descubrimiento de dos sentimientos totalmente opuestos, se abrieron paso en aquel sueño. Experimenté la felicidad intensa jamás conocida besando unos labios inadvertidos, y supe que había encontrado lo que ni percibía estar buscando. Disfruté tanto como pude... Le besé, me besó, abracé fuertemente su cuerpo para perderlo dentro del mío y tomé su mano en un oscuro camino sin saber dónde llevaba (eso no era lo importante). Me sentía inexplicablemente eufórica, por primera vez con la sensación de estar rellena de helio y que su mano era la cinta que sostenía mi vuelo. Me había mostrado ante alguien espectacular que se sentía mi mundo y en ese momento, yo parecía lo más importante del suyo. A lo lejos se veían unas luces transportadoras a las que me acerqué siguiendo los pasos de quién simulaba una ansiosa Dorothy por el camino de baldosas amarillas. Pensé que ya todo estaba bien, nos habían arropado diferentes amistades (en la mayoría suyas) que nos alababan, mas de repente..., le pierdo.
Nadie parecía notar su ausencia ni mi búsqueda de vuelta a la oscuridad. Abrir los ojos y no verle tampoco a mi lado fue cómo si arrancasen de raíz la más preciada rosa de mi jardín, como si se llevasen algo que ya me pertenecía. Honestamente fue el dolor más grande que nunca sentí, el de perder lo nuevo, los recién descubiertos sentimientos. Sentí cómo quedó un inmenso vacío que me hacía desfallecer, seguidamente lo creí una sátira de la vida que me volvía un personaje absurdo y de inmediato sintiéndome la boca arder, entré en pánico. ¿Qué acababa de suceder? ¿A qué se debían esas lágrimas? ¿Cómo le besé si había exiliado de mi vida consciente cada resquicio de duda? ¿Cómo hiciste para colarte en mi fase MOR? ¿Por qué se sintió tan bien? Sobre todo, ¿por qué ahora me sentía tan mal? Abrumada y perdida me preguntaba si su presencia fue causante de mi confusión o la más clara anulación de las dudas existentes.
Pronto esas interrogantes fueron despejadas..., me di cuenta que esa oscuridad abundante en mi sueño sin su presencia, no era más que el dibujo de mi realidad. Y tras aquella angustia inexplicable, cerrar los ojos era sinónimo de volver a tener a esa silueta culpable que no podía dejar escapar. Vivía ocupando cada pensamiento, cada suspiro porque sabía que le encontraría más allá de lo etéreo, que me había adelantado el destino para que tomara calmada la ruta. Me mostró que la felicidad, aquella que en conciencia creí haber tenido, no tenía comparación con la que aún me estaba esperando, la que viví por cortos instantes, pero la que no dejé de perseguir en pensamientos. Mas, también me hizo saber, que aquella angustia desgarradora podía venir de su mano. El destino proclamaba una boca enaltecida donde no había punto medio, o conocía la felicidad extrema o la más rotunda desgracia. Tan difícil como hermoso. Si perdía lo hallado, la pena desarmaría mi alma en pedazos pero aún así, no me importó.
– Ni el dolor, ni la angustia, ni lo que tuviese que sufrir importaban porque solo por tenerte, valdría la pena todo –me explicaba.
Tú, vales la pena y el no haber detenido mi búsqueda logró que cada día viendo tus ojos amanecer, sienta que vuelvo a descubrir el universo. Agradezco el fenómeno ancestral que te hizo danzar en mis pestañas demostrándome que era hora de despertar y vivir lo anhelado, sin eso, no me hubiese atrevido a admitir mi verdad (o quizás hubiese tardado más años). Me diste el valor faltante demostrándome que yo también deseaba que mi vida tuviera alegrías y sin lograr dejar esa nueva necesidad dentro de mí, mi búsqueda tomó sentido. A veces me crees desquiciada y te preguntas, "¿cómo por un sueño alguien es capaz de replantearse totalmente la verdad de su existencia?", "¿cómo este hace que le dé un vuelco a su vida persiguiendo nuevas metas?" Acaricio tu mejilla y sólo puedo darte la misma respuesta.
– Es simple, mi convicción: tú.
Tú has sido la respuesta a cada pregunta y fuiste mi última duda. Algunos le damos vital importancia a esas experiencias extrasensoriales que somos incapaces de controlar, creemos en que tienen un sentido y para mí, son el faro guía de nuestro destino. El solo soñar con lograr perderme en la profundidad de tus verdes ojos, ser los labios que te besaran y saber que estabas a solas en un mundo a mi espera, me daba fuerzas para no caer en la alienación. Creí haberte encontrado en varias ocasiones llevándome siempre chascos que me hacían preguntarme si estarías pasando algo igual. Podías estar sufriendo, entregándote a otro cuerpo pensando que era el mío y aunque quizás eras feliz sin mí (cosa que no quería pensar), tal vez aun no sabías que me estabas esperando, pero lo hacías. La primera vez que me crucé tus ojos, me llamaste loca con toda la razón. Sostenías mi libro favorito y no se me ocurrió nada más patético que decirte en plena librería "¿qué tal tu vida sin mí?". Tu mirada desconcertada buscaba la cámara oculta y ante su ausencia proseguí con un "te conozco desde hace años, aunque tú no me conoces aun" y al "¿de dónde?" (sonando como un cliché galán) respondí con poco procesado "de mis sueños". Dudé tras esa frase si aun viviendo para encontrarte no estaba lista para ello, mas tu automática risa alegando mi locura, silenció todos mis miedos. Supe que ese sería el primer día del resto de nuestra vida.
Conocía el precio de perderme en tu intenso tímido mirar, pero debe tener propiedades magnéticas porque no dejé de explorarlo. Sabía que en un paso más, pagaría siendo la única culpable (yo fui quién corrió el riesgo), pero no me importó nada, ni nadie y por fin tengo lo que buscaba. Quizás también fue su gusto a café..., pero desde entonces me volví una adicta declarada de tus besos. No sé qué será de mí sin ellos... Sé que tú no crees en los sueños, en las almas gemelas, en los amores de otras vidas o el destino más allá de fortuitos accidentes, pero te confieso, aquellas lágrimas de angustia me persiguen cada día más. Que antes de tenerte era más valiente, que es imposible me arrebaten el éxtasis de las manos (¿por qué ahora permitiría que se fuese de mi vida lo que tanto he querido?), pero aún así, me aterra el irónico destino, pues por mucho tiempo también creí imposible tu hallazgo y aquí estamos hace seis años. Si se cumplió su inicio, ¿por qué no también su final? Tal vez debí saborear la gloria de tenerte solo para perderte, pero tampoco habrá sido en vano. Mi consuelo serán los momentos que te tuve y la persona que me hiciste descubrir que soy. Tu marcha no sería más que la muestra de que aun siendo tú mi destino, yo no seré el tuyo, que sólo nos tocaba enamorarnos, mas no pertenecernos.
– Debo aceptarlo, contra eso no se lucha –le dije yo asustada.
Pidió encontrara la calma como lo esperaba, aunque no vi venir su repentina confesión.
– Yo también andé de tu mano en esa oscura noche. Llevas mucho más de seis años, siendo la superheroína de todas mis historias.
En ese momento tuvo sentido su frase "somos dos sueños hechos realidad". Y aunque sigo viviendo con miedos (cualquiera que ame lo entenderá), confío más que nunca en que todo está escrito.

martes, 29 de enero de 2019

Un lugar en el mundo

     



         Capítulo I " Un lugar en el mundo".
                                (Donna)


Para unos diferente, especial, otros me creen loca, y sin duda la más bella descripción hasta hoy dada "arrojada a este mundo en un soplido de viento". Mejor o peor de lo que muchos quisieran, al fin y al cabo: yo, quizá sólo incomprendida o desconocida. ¿Pero saben qué? Creo que a todos nos llega (o al menos debería) un punto inflexión, ese momento en la vida donde ya nos aburrimos de que nuestro autorretrato sea el espejo de la opinión pública. Lo cual sólo nos hace creer que somos quienes ellos quieren que seamos, pero no nosotros mismos. Por miedo, jamás debemos abandonarnos, es una autotraición que debería ser penada. Este punto, confieso que tardé en hallarlo (muchísimo), 19 años exactamente. Ocurrió tras las justas palabras del entonces ser más apreciado en mi vida: "¿quieres que te lleve a un psicólogo que te analice? Tú no estás bien, no puedes ser normal". ¡Gracias genia! No, no soy normal (eso sería un completo aburrimiento), teniendo en cuenta que para ella serlo es vivir tratando de pasar desapercibida vistiendo sentimientos ajenos. Así que no, gracias, quiero seguir "estando mal". De este lado "erróneo y antinatura" todo se saborea mejor, y al menos tengo la oportunidad de sentir, de vivir más allá de límites establecidos por mentes con barreras medievales.
Realmente, debemos darnos cuenta que somos perfectos cada quien a su forma, que no importa lo que piensen de nosotros, debemos ser auténticos y no dejarnos llevar por lo que quieren reflejemos. Ser fiel a uno mismo es un filtro de personas, los que nos quieran verdaderamente serán los únicos que se queden, que se acerquen, los que hagan lo opuesto, nunca merecieron ser pasajeros de nuestro viaje. Nos damos cuenta que sólo alababan la falsa cobertura que creamos para quedar bien en un mundo de cartón, nosotros, nunca les importamos. Quién ama lo hace incondicionalmente y ninguno merecemos otra clase de amor que aquella que estamos dispuestos a dar. En la oscuridad de en un alter-ego no encontramos lugar en el mundo (al menos no el nuestro), imposible, el camino a la felicidad. Cada imperfección es la esencia de nuestra verdad y justamente lo que nos lleva a la perfección, no es algo que rechazar, sino algo por lo que enorgullecernos. Por ejemplo, yo sé que soy un conjunto de adjetivos que harta estoy de escuchar, y los reconozco, pero dije "basta ya". Han pasado dos años de que llegué a dicha conclusión y no me arrepiento en lo absoluto. Créanme que de cambiar intenté millones de veces inútilmente , fue lo que me enseñó mamá: ser lo más soportable posible al mundo aunque para facilitarles mi presencia tuviese que ahogar mi persona; pero tarde o temprano... todos salimos a flote.
Hoy te digo mamá, que nunca lo he creído fácil, pero un día decidí resignarme a vivir en la superficie donde sólo quién lo desee podrá lidiar conmigo. Te cuento que ahí encontré miles de amigos con "desordenes mentales" a niveles excedentes de los propios, y me encanta. Que aprendí que la mejor versión de uno mismo es la que nos viene de fábrica, no la moldeada socialmente. Que ya no quiero cambiar. Que "respétate primero y los demás lo harán también", se ha convertido en mi filosofía de vida. Y que aun así, no imaginas cómo cuestan a cada segundo esas preguntas lacerantes "¿qué creerías de mi vida?, ¿qué sería de ella contigo?, ¿fueras de los que se quedaron?". Todos me ofrecen respuestas divergentes, y es una convicción que jamás llegaré a tener, ninguno podemos hablar por ti. Pero yo me aferro a la que me permite conciliar el sueño, me hubiese roto el alma desarmar el lazo que nos unía. Y es que sí, finalmente te confieso la carga más pesada de mi ser: me siento culpable de no tenerte. Mis doctrinas me arrastran a la creencia de que tuviste que irte para llegar yo... Lo siento mamá, juro que no fue mi intención... y amaría que aun me amases. Siento absurdo el tener que transformarnos para merecer amor, quien lo haga no nos está amando a nosotros, sino a los opuestos con agudas carencias afectivas que les ofrecemos. ¡Sé quién eres! ¡Mantente real! De nada nos sirven los admiradores arrastrados por generalismos banales. Debemos mostrar orgullo por nuestra singularidad sea cual sea la situación, porque todo pasa, todo cambia y todo llega. No debemos pensar que existimos solo porque sí, que debemos cambiar para encajar. ¡No! Todo tiene un por qué y cada quien un papel que cumplir en esta vida. Tal vez aún no sepamos exactamente cuál (todos hemos estado perdidos), pero no debemos ser impacientes ni ceder a sus prejuicios. Nos sorprenderá un día en que diremos "todo tuvo sentido". Porque cada paso fiel que anduvimos nos llevó al encuentro de ese destino. No creamos que somos una casualidad (no existe tal cosa), todos somos inanimadas intenciones del universo con objetivos trazados. Sólo nos resta ser pacientes y auténticos, para ocupar nuestro reservado: lugar en el mundo.


Claire Garbo