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viernes, 8 de marzo de 2019

Almas Robóticas





                        Almas Robóticas



Solo un robot podría no apreciarla... Solo estos son capaces de divisar la mejor de las creaciones humanas y decir que no es importante, que la vida sin ella es la misma, que no es necesaria. Es lógico, ¿cómo valorar la pura expresión de sentimiento cuando están despoblados de dicha virtud? Mal afortunados, ¿para qué reñirles si no hay mayor castigo que vivir sin emociones? Esquemáticamente, sin noción del mundo real al que llaman (equívocamente) utópico. Lo único que merece la pena pelear, es el derecho al respeto. Si no comprendes porque estás escaso de magia y sobrepasa los límites de tu imaginación, calla, acepta aunque no compartas, defiende la maquinaria sin denigrar al lienzo.  Que no seas capaz (aun repitiendo constantemente su total contradicción) de hallar el hechizo en tus metálicas piezas, no te concede derechos para hacer sentir a quien subsiste en un vuelo infinito, de vivir en la manera errada. Que la magia se acaba, que es falsa, que no existe, que no es más que "copos de luna pulverizados" que un soplido de viento arrastrará con él, que hay que pisar tierra firme y dejar de mirar las nubes... Quizás para tu modo de vida sean consejos aplicables, ¡pero no para el nuestro! Si nunca has tenido una pasión tan grande en tu vida, no debes agredir a quienes vivimos por ella. Cuando la dejes entrar a tus días, te darás cuenta de lo feliz que se puede llegar a ser, mas nunca por desconocimiento deshonres.
Es triste (para mí hasta inconcebible) saber que subsisten personas sin fantasías, que no sueñan con tocar las nubes, que no valoran a las hadas ni a la fuerza que mueve el mundo. ¿Cómo puede serles irrelevante en la vida si es vida pura? Desde una melodía de Bach hasta una escultura de Miguel Ángel, desbordan los alientos que son pecado desapercibir. ¿Cómo no ver su valor? Da igual que sea una conocida o no, que valga millones o nada, que sea de las obligatorias a leer en la escuela o la que sólo leyó su familia, cada una es nuestro tesoro personal, nuestro logro, y ellas, son el mapa emocional de nuestro viaje. Nos dejan una sensación inigualable, no puedes quitarle los ojos de encima pensando "¿realmente todo esto salió de mí?". El acorde final de nuestra canción, es como el primer llanto de tu primogénito. Les dimos vida, los creamos, los trajimos a este mundo desde nuestras entrañas. ¡Nuestras obras son nuestros hijos! Hay quien vive para crear, hay quien crea para vivir. Pero debemos coexistir respetuosamente, si nosotros empatizamos con sus elecciones (aunque no las compartimos), permítanse hacerlo con las nuestras. No traten de entendernos, sólo de no discriminarnos. Porque sólo los de mundo interior ausente (eso que te permite ser feliz en plena convivencia solitaria), no ven nada en la comunicación de quien lo plasma inmortalmente y sería una pena formar parte de esa lista. Si careces de este poder y las ganas de obtenerlo, considérate desdichado, autoproclámate un alma robótica, mas, permítenos a los hechizados, continuar viviendo de "ensueños". Porque, ¿qué sería de la vida sin arte? Es lo único que nos pertenece, lo que no nos pueden arrebatar, aquello que hasta después de la muerte, seguirá viviendo.

martes, 26 de febrero de 2019

Juguetes

     

            
                     Capítulo IV - "Juguetes".
                            (Donna y Alex)

La idiota fui yo, creí haber hayado a la persona correcta y sólo me dejé ser un juguete perfecto entre sus manos. Ese que siempre quiso y jamás pensó obtener como fiel compañero de andadas, uno que anhelaba tanto que (quisiera yo pensar) su obtención inesperada le hizo tan torpe como para quebrarlo en cientos de pedazos. Ese al que se aferró, con el que pasó tantas tardes de domingo jugando hasta que reunió el valor para probar uno nuevo. Ese al que hizo creer en ventaja por la experiencia en el juego, pero no fue así. Desde un total arbitraje estuvo manipulada la partida, pues a punto de cruzar la meta, me sacó de competencia para conquistar el primer puesto en solitario (espero que el premio al menos haya valido la pena).
Tal como lo planeó aquí estoy, aquí está el juguete abandonado, el que ya no es más su predilecto, el que pensó ser todo para ella hasta que la realidad le dio de bruces; aquí está a la espera del próximo infante ansioso para el que logre ser todo. Esta vez será uno que merezca, uno que este no necesite jugar con nadie más, que me haga partícipe consciente de la partida, que pueda recorrer conmigo todos sus mundos imaginarios donde cumplir cada rol inimaginable. Anhelo que le baste solo conmigo, que a mí me baste solo con él, que cuando aparezca otro, sepa valorar todo lo que no apreciaste tú, por encima de la novedad y que tenga la delicadeza suficiente para controlar descuidos de neófito que me hagan quebrar nuevamente.
Sé que fui la ingenua que creyó en su bondad, quien no supo ver más allá de las mismas intenciones, pero nunca viene mal una nueva lección de vida. Hoy sé que llegaré a mi meta, pero no de sus juegos, sino, del más hermoso de todos, el que no se gana en solitario. Ese día que le encuentre, solo seré otro ejemplo de que todos los fracasos, solo son la forma que haya la vida para equilibrar el valor que le damos a las alegrías. Todo llegará en el momento correcto y de inmediato lo sabré, pues ya aprendí que no debemos conformarnos con quien pone en peligro nuestra integridad o vive intentando ganar para demostrar banalidades, que quizá sea más sencillo si parezcamos juguetes pero que en saber que no lo somos, consiste nuestra fortaleza, la que sólo amará quien merezca conocernos las flaquezas.
...
Qué graciosa es la vida..., ha pasado más de un año y ya... ni eres..., hace mucho. Lo mejor de todo, sigo aturdiendo pensamientos. Aun cuando quisiste haberme superado, recaíste, recaíste solitariamente y me di el placer de tomar el lugar de la niña con ansias por jugar. Te cuento que la encontré hace casi un año (a veces el amor de tu vida aparece tras tu mayor error). A esa que me enseñó la felicidad real,  la que me mostró que el amor sincero nunca duele, que sí existía alguien que no se aprovecharía de conocer mi fragilidad sino que me valoraría por vivir como si no la tuviera. Lo siento, pero no me aturde mi venganza y menos, tu dolor. Ni el mío ni yo jamás significamos nada para ti y realmente es imposible recoger los frutos que no fueron sembrados. Así que..., ¡qué bien que no seas feliz! Impunemente no jugarías conmigo, debiste haberlo sabido.

Ojalá





                         Capítulo III - "Ojalá".
                         (Donna y Madeleine)


Ojalá pudiéramos llorar y llorar hasta quedarnos vacíos, hasta el punto de olvidar qué brotó la primera lágrima... Ojalá su caída significara la huida del dolor... Ojalá valieran de algo más que torturarnos y recordarnos que sentimos por un corazón ingrato... Ojalá con llorar una noche entera solucionáramos todo... Ojalá al amanecer, teniendo ya secas las cuencas de los ojos, pudiéramos decir que ya estamos bien, que ya no sentimos igual. Pero no es cierto, seguimos igual, latiendo por quien no debemos y ni llenando los océanos de lágrimas cambiaremos ni nosotros, ni ellos ni las malditas complicaciones de la vida y la sociedad... Ojalá no tuviese que continuar resignada a llevarle en silencio bajo mi pecho mientras voy de otra mano viéndola pasar de la de siempre... Ojalá todo fuera más fácil... Ojalá no haberle devuelto aquella mirada... Ojalá nunca... Ojalá otra... Ojalá...

Tantos <<ojalá>> que se quedan en deseos lanzados al viento que nunca serán realidad. Nunca terminamos de llorar, nunca se acaba el dolor, siempre vendrá algo por lo que sufrir (o así me siento hoy). Veo la vida como un camino por atravesar lleno de espinas, algunos, con la obligación de no alcanzar a ver la rosa, nuestros ojos están demasiado empañados porque nuestra piel es más sensible a las heridas de contacto. Esos que lo atraviesan suspendidos por el simple aroma de sus pétalos, son afortunados, esos, no se dejan lastimar ni por la mayor de la espinas, ojalá fuéramos todos así, al menos por un día... En este instante, donde no se divisan las rosas, el deseo continuo de tener las cuencas y el alma secas por el resto del camino, seguirá siendo otro incumplido <<ojalá>> por asumir.

domingo, 27 de enero de 2019

Autorretrato.





Duermo los días y vivo las noches, no tengo cosquillas, no babeo ante cachorrillos o bebés ajenos, no amo el chocolate, no me gustan los perfumes dulces, el exceso de maquillaje ni GAME OF THRONES. Soy extremadamente controladora, dramática, posesiva, irritable, atea, engreída, opuesta, ilusa, anárquica, intolerante, analítica, autodestructiva, incontrolable, sensible, negativa, ingenua, presumida, impaciente, solitaria, inestable, distraída, explosiva, antisocial, vergonzosa, indecisa, tan enamorada como desalmada y por lo general demasiado expresiva. Tan nerviosa como para pasar los momentos serios con risas y dar malas noticias sonriente. Tan tierna , graciosa o seductora como lo consigas. Tan contradictoria que mi película favorita es del género que más odio, la escritora que más admiro escribe del modo que más critico y lo que más amo en el mundo es a lo más le temo... Tanto que presumo rudeza y soy de cristal, confianza y vivo de inseguridades, dolor por lo que no duele e irreverencia a lo que me desarma. Soy de arrepentirme más por lo hecho que por lo que no, difícilmente concluyo algo (nunca ha ocurrido), no tengo horarios, sentido de orientación, rango de dulce o salado y mi paladar no describe nada más preciso que "algo le falta". Adoro los corazones rotos creyéndome capaz de devolverles esperanzas, me gusta hablar (y hasta discutir) a solas, siempre se me ocurren los buenos argumentos de las peleas fuera de tiempo y no consigo imaginarme de mayor. Recuerdo tener un problema con alguien pero nunca recuerdo qué fue, si me siento mal no me gusta que me intenten hacer sentir bien, no le doy al sexo más valor del merecido ni lo veo como diversión por lo que soy incapaz de llegar a ese punto con alguien que desconozca o que no esté emocionalmente vinculada pero se me revuela el corazón entre letras a extremos médicos. Me gustan los postres como entrantes, comer tic tacs de naranja a toda hora, el café con más azúcar que café y la pasta en plena madrugada. Ser detallista más que lo sean conmigo, cruzar los límites de lo prohibido, jugar en la línea de peligro y vivir a destiempo en el borde de la realidad. Celo hasta lo desconocido y me imagino hasta lo improbable. Celo a muerte hasta a personajes cinematográficos. Si te amo, celo tu pasado, el aire que respiras, la vida de la que no formé parte, las lágrimas que no pude limpiar, las sonrisas que no pude disfrutar y los pensamientos que no me pudiste dedicar. Vivo poniendo mis sentimientos a prueba y las fronteras de mi cordura, no se reaccionar a las sorpresas (por ello las odio) y por el contrario de muchos, veo la mejor edad en una mujer a partir de los 40. Cada vez que logro algo que anhelaba lo dejo de lado, si no veo en un programa alguien que llame mi atención directamente no lo veo, todo lo aprecio luego de pasar de moda y decir odiarlo y siempre termino amando más, aquello que en principio detesté. Pasé de querer cuatro criaturas a no querer ninguna, de la más valiente a la más temerosa, de odiarla a hacerla mi mejor amiga. Creo en el amor a primera vista, en que se puede amar sin conocerse y extrañar a los labios que no se han besado. Que existen bien intencionadas personas (quizás esto demasiado), sirenas, vida extraterrestre, espíritus, vida después de la muerte y disfruto lo sobrenatural sin buscarle explicaciones científicas. Creo en el destino y no en la casualidad, en que nuestros pasos siempre nos llevan a un camino anteriormente premeditado y no a uno decidido. Creo en los cuentos de hadas, los amores de telenovela, en el "vivieron felices por siempre" aun sin creer en una felicidad más allá de momentos felices. Puedo ver mi película favorita más de 30 veces en 60 días y sentir cada vez que es la primera, escuchar desde Dusty Springfield hasta Mon Laferte y terminar internada en un hospital por un dolor más que físico, emocional. Puedo enamorarme de personajes de televisión más que de cualquier ser humano y mi alma literaria consigue sacar una novela de un cruce de miradas y dejarme años padeciéndolo. Puedo pasar horas en cualquier sitio hablando de arte o analizando el comportamiento humano, tener la mayor discusión y a los 20 minutos tratarte mejor que nunca, conocer perfectamente a una persona como nadie sin necesidad de que me importe más de la cuenta, estar años enamorada y decirle a todos menos a esa persona o pasar otro entero con un único pensamiento dominando cada acción. Prefiero andar con una persona que tener una "pandi", pasar los días encerrada en casa dentro de un libro que la mejor salida con amistades, los paseos casuales a los elegantes, vivir historias de amor utópicas que condenarlas a caminos reales no marcados por mí, crear antes que vivir. Prefiero lo malo conocido que lo bueno por conocer aun pareciéndome absurdamente estúpido. Paradójicamente me desestabiliza perder el control y no tener todo psicológicamente preparado pero amo el resultado de mis actos impulsivos. Mi mejor amiga es quién más claro tiene mis defectos y quién más los recalca (creo que justo por ellos le agrado, aunque lo va a negar). Cuando estoy triste escucho la música más deprimente hasta sentir mis lágrimas y no puedo conformarme con pocas creyendo que así vaciaré el dolor. Si no me quieres te quiero, pero si me quieres te odio. Adoro viajar en carretera y odio llegar al destino, amo el arte y odio a la mayoría de sus creadores. Veo todo lo relacionado con ataques de tiburones y asesinos en serie pero soy incapaz de atrapar un mosquito. Odio que me rectifiquen y amo rectificar. Soy extremadamente egoísta pero amo más de lo concebible, una poesía sacó mis lágrimas pero nunca antes me había gustado, no comparto pero me gusta que me compartan, amo el mar pero no resisto mucho tiempo en él. Busco ser la protectora de la relación pero amo ser protegida, me quiero creer madura pero no me apetece madurar, recuerdo lo más absurdo pero lo más importante lo borro, si decido acabar algo es para siempre, pero no respeto si lo decide alguien más. No olvido un mínimo detalle sobre algo que dijo quien me interesa pero fácilmente podría olvidar su rostro, detesto estudiar, las clases, la escuelas pero idolatro a las académicas. Detesto tanto ser el centro de atención como pasar desapercibida, no me gusta salir pero sí las invitaciones, amo ver los problemas y obviar darles solución. Sólo me enamoran las relaciones contrariadas y no hago nada por hacerlas posibles, porque perderían la gracia. Una vez que algo me gusta no lo dejo hasta odiarlo y graciosamente luego me vuelve gustar y lo vuelvo a odiar y entro en un círculo vicioso que nunca acaba, por lo que cuando una persona cree haberme conocido es cuando menos lo hace. Me molesta la presencia humana, las hipocresías y ser educada con personas idiotas (por lo que no lo hago), no disimulo el malhumor o desagrado ni me inmuto en agradarle a nadie y odiooo a quien lo hace. Nací con un odio intrínseco por los hombres sin que me hicieran daño. No lidio con los que  sobrevaloran la cultura y se burlan de quienes se preocupan por tenerla. Odio que me conozcan pero me gusta que intenten descifrarme. Odio el Sol, madrugar, que me despierten y despertar a solas aun odiando compartir mi cama. Odio haberme convertido en el ser que más he aborrecido en mi vida y no poder evitarlo, odio salir a bailar pero si me nace el deseo en medio de la calle no me corto y no tolero más de tres días fuera de mi cuarto aunque esté en el paraíso. Odio la puntualidad, la sensualidad forzada, que me hagan favores, regalos o me ayuden. Me resulta extraño que me quieran..., no me gustan los abrazos, las muestras de cariño me parecen símbolo de debilidad y aun sintiendo el deseo no logro llevarlas a cabo pero me pierden los susurros en voces graves y los besos en el cuello. Pero sobre todo, lo más irónico, es que detesto compartir mis obsesiones después de hacer que se enamoren de ellas. Así soy yo..., dueña de un carácter con suficientes razones para que lo odies o del cual enamorarte irracionalmente.
Claire Garbo.