CapÃtulo IV - "Juguetes".
(Donna y Alex)
La idiota fui yo, creà haber hayado a la persona correcta y sólo me dejé ser un juguete perfecto entre sus manos. Ese que siempre quiso y jamás pensó obtener como fiel compañero de andadas, uno que anhelaba tanto que (quisiera yo pensar) su obtención inesperada le hizo tan torpe como para quebrarlo en cientos de pedazos. Ese al que se aferró, con el que pasó tantas tardes de domingo jugando hasta que reunió el valor para probar uno nuevo. Ese al que hizo creer en ventaja por la experiencia en el juego, pero no fue asÃ. Desde un total arbitraje estuvo manipulada la partida, pues a punto de cruzar la meta, me sacó de competencia para conquistar el primer puesto en solitario (espero que el premio al menos haya valido la pena).
Tal como lo planeó aquà estoy, aquà está el juguete abandonado, el que ya no es más su predilecto, el que pensó ser todo para ella hasta que la realidad le dio de bruces; aquà está a la espera del próximo infante ansioso para el que logre ser todo. Esta vez será uno que merezca, uno que este no necesite jugar con nadie más, que me haga partÃcipe consciente de la partida, que pueda recorrer conmigo todos sus mundos imaginarios donde cumplir cada rol inimaginable. Anhelo que le baste solo conmigo, que a mà me baste solo con él, que cuando aparezca otro, sepa valorar todo lo que no apreciaste tú, por encima de la novedad y que tenga la delicadeza suficiente para controlar descuidos de neófito que me hagan quebrar nuevamente.
Sé que fui la ingenua que creyó en su bondad, quien no supo ver más allá de las mismas intenciones, pero nunca viene mal una nueva lección de vida. Hoy sé que llegaré a mi meta, pero no de sus juegos, sino, del más hermoso de todos, el que no se gana en solitario. Ese dÃa que le encuentre, solo seré otro ejemplo de que todos los fracasos, solo son la forma que haya la vida para equilibrar el valor que le damos a las alegrÃas. Todo llegará en el momento correcto y de inmediato lo sabré, pues ya aprendà que no debemos conformarnos con quien pone en peligro nuestra integridad o vive intentando ganar para demostrar banalidades, que quizá sea más sencillo si parezcamos juguetes pero que en saber que no lo somos, consiste nuestra fortaleza, la que sólo amará quien merezca conocernos las flaquezas.
Tal como lo planeó aquà estoy, aquà está el juguete abandonado, el que ya no es más su predilecto, el que pensó ser todo para ella hasta que la realidad le dio de bruces; aquà está a la espera del próximo infante ansioso para el que logre ser todo. Esta vez será uno que merezca, uno que este no necesite jugar con nadie más, que me haga partÃcipe consciente de la partida, que pueda recorrer conmigo todos sus mundos imaginarios donde cumplir cada rol inimaginable. Anhelo que le baste solo conmigo, que a mà me baste solo con él, que cuando aparezca otro, sepa valorar todo lo que no apreciaste tú, por encima de la novedad y que tenga la delicadeza suficiente para controlar descuidos de neófito que me hagan quebrar nuevamente.
Sé que fui la ingenua que creyó en su bondad, quien no supo ver más allá de las mismas intenciones, pero nunca viene mal una nueva lección de vida. Hoy sé que llegaré a mi meta, pero no de sus juegos, sino, del más hermoso de todos, el que no se gana en solitario. Ese dÃa que le encuentre, solo seré otro ejemplo de que todos los fracasos, solo son la forma que haya la vida para equilibrar el valor que le damos a las alegrÃas. Todo llegará en el momento correcto y de inmediato lo sabré, pues ya aprendà que no debemos conformarnos con quien pone en peligro nuestra integridad o vive intentando ganar para demostrar banalidades, que quizá sea más sencillo si parezcamos juguetes pero que en saber que no lo somos, consiste nuestra fortaleza, la que sólo amará quien merezca conocernos las flaquezas.
...
Qué graciosa es la vida..., ha pasado más de un año y ya... ni eres..., hace mucho. Lo mejor de todo, sigo aturdiendo pensamientos. Aun cuando quisiste haberme superado, recaÃste, recaÃste solitariamente y me di el placer de tomar el lugar de la niña con ansias por jugar. Te cuento que la encontré hace casi un año (a veces el amor de tu vida aparece tras tu mayor error). A esa que me enseñó la felicidad real, la que me mostró que el amor sincero nunca duele, que sà existÃa alguien que no se aprovecharÃa de conocer mi fragilidad sino que me valorarÃa por vivir como si no la tuviera. Lo siento, pero no me aturde mi venganza y menos, tu dolor. Ni el mÃo ni yo jamás significamos nada para ti y realmente es imposible recoger los frutos que no fueron sembrados. Asà que..., ¡qué bien que no seas feliz! Impunemente no jugarÃas conmigo, debiste haberlo sabido.
Qué graciosa es la vida..., ha pasado más de un año y ya... ni eres..., hace mucho. Lo mejor de todo, sigo aturdiendo pensamientos. Aun cuando quisiste haberme superado, recaÃste, recaÃste solitariamente y me di el placer de tomar el lugar de la niña con ansias por jugar. Te cuento que la encontré hace casi un año (a veces el amor de tu vida aparece tras tu mayor error). A esa que me enseñó la felicidad real, la que me mostró que el amor sincero nunca duele, que sà existÃa alguien que no se aprovecharÃa de conocer mi fragilidad sino que me valorarÃa por vivir como si no la tuviera. Lo siento, pero no me aturde mi venganza y menos, tu dolor. Ni el mÃo ni yo jamás significamos nada para ti y realmente es imposible recoger los frutos que no fueron sembrados. Asà que..., ¡qué bien que no seas feliz! Impunemente no jugarÃas conmigo, debiste haberlo sabido.