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jueves, 13 de mayo de 2021

Anhedonia

                              Anhedonia


I am here, I am not dead, I haven't gone. I can feel myself and my emotions in the bottom of my sould fighting for being listented, for being loud, for being strong, for being the queen's of me... I feel them knocking the door of my heart to be left out, and I want to open the other, I have tried and I still do, but is locked somehow, I don't give up, I know the most unexpected day, that door will be open and all will be ok...
Me, you, us...will be happier than ever cuz the world will have new colors to my eyes...

miércoles, 14 de abril de 2021

Rencores y Odios Extraño










¿A veces no echan de menos cosas que odiaban?

Como el instituto, los profesores que nos hacían la estadía imposible, ese amor que no nos miraba con los mismos ojos, los amigos que nos traicionaban de la noche a la mañana, las enormes horas de entrenamiento y estudio, el cansancio, el querer rendirnos a diario, lo largo que se hacía el camino y lo rápido que queríamos avanzar. Yo tengo los peores recuerdos de la escuela, creo que todo comenzó cuando decidieron que debía estudiar ballet clásico. La escuela de arte... empecé con 10 años y salí a los 15, una carrera altamente competitiva con "amigos", profesores y contigo mismo. Yo no tenía tiempo para ser una niña o una adolescente, para jugar, ver tv o salir de fiesta, solo debía hacer dieta y entrenar hasta el desmayo, cada día, mientras soportaba el estrés de ser atacada por todo y todos. Algo que mis mentores veían normal en ese mundo y le llamaban "vivir en el oeste", está claro que con mi personalidad sobrevivir en el oeste desde un inicio estaba anunciado como más que complicado: imposible, sin embargo, lo logré, con mis cicatrices y esfuerzo, pero lo conseguí. Aunque me di cuenta que ese ni era mi mundo ni en el que quería aprender a vivir. Para resumir esta etapa solo me basta decir que de ahí ninguno salimos igual que entramos, con los años y las confesiones de reuniones furtivas, me di cuenta que no solo en mí dejó trauma, que no solo para mi esa escuela hizo mella, en la mayoría también. Digamos que esos años (aunque también me los hizo difíciles) mi madre me ayudó a sobrellevarlos, pero cuando ella faltó por culpa de una enfermedad que mi familia insiste en achacarle a la feroz escuela y sus hienas, fue más aterrador. En la preparatoria me sentía invisible, aislada, llena de complejos e inseguridades, era la gordita del salón a la que solo miraban por el tamaño de los pechos. Tenía menos amigos de los que aparentaba y era más inestable de lo que mi sonrisa decía. Es extraño que a día de hoy nadie crea mi sentir y hasta mi hermana piense que yo en mis años escolares fui del grupo "popular", la que todos conocían, imitaban, querían invitar a salir o ser su amigo, pues no lo sentí ni un segundo. La preparatoria la terminé siendo mejor amiga de la chica que me hacía la vida imposible burlándose de mí junto a sus amistades. Y en la universidad... no sé, pocas fuerzas me quedaban para enfrentar las clases, como siempre optaba por ausentarme solo para quedarme en casa, por alejarme de mis compañeros al sentir que no encajaba ni con ellos, ni su forma de pensar, ni sus deseos o itinerarios, y tres semestres después, lo dejé. Intenté volver varias veces y siempre me acababa marchando. No sé si no pertenezco a ese "mundo" tampoco o simplemente no estaba preparada para él, quizás por ser tardía y old fashion en todo, no empatizo con lo que me rodea y se supone me debe agradar. Mis días escolares fueron un infierno, de lágrimas, ausencias, huidas, de visitas a la psicóloga del colegio y a mi psiquiatra, de sentirme la vergüenza de la clase... Pero de ahí puedo salvar algunas cosas porque también hubo risas, momentos de estar integrada y feliz, tuve profesores jodidamente desagradables pero también muchos buenos y cercanos que siempre llevaré conmigo, y aunque esporádicas, también buenas amistades. Tal vez no era culpa de mis compañeros o los académicos sino mía, que estaba con temor y autorechazo descubriéndome, interesada en cosas demasiado grandes para procesar, mucho más importantes que irme de fiesta con los chicos de mi edad. Lo "viví" sola pero lo necesitaba y aunque mi paso por la escuela haya sido diferente al de todo el que conozco, haya sido muy intrapersonal, creo que no lo cambiaría, no se sintió como estar en el colegio, pero quiero creer que era necesario y que cada quien debe hacer su propio viaje...
Hoy miro atrás y recuerdo pequeñas anécdotas, miradas cómplices, euforia extrema, horas de charlas, cartas y fotografías que permanecen guardadas... y me suele compensar tenerlo. Y lo echo de menos, como todos supongo, esas edades de preocupaciones de menor magnitud, de no tener tiempo para aburrirse, de ocuparse mayormente de pasar tiempo con amigos, tener detalles con quienes hacían nuestra vida más fácil y poder vivir esas primeras y tímidas veces. Supongo que a esto se refieran cuando hablan de caminos de rosas, tenemos espinas que duelen y nos hacen sangrar, pero también disfrutamos aroma de flores y pétalos por doquier, para ganar debemos perder. No sé si por mis ganancias valieron la pena mis pérdidas pero ahora es todo lo que tengo... Pensar en ese pasado viendo solo las sombras, es lacerante, por eso estoy aquí entre viejas fotografías celebrando el primer beso que me dio esa profesora que tanto me odiaba y olvidando que cada día estaba en el hospital o saltando una valla para emcerarme en mi habitación. Una cosa que descubrí con el tiempo es el daño que te causa hacer algo que no te gusta, y es que desde los 10 años, el miedo se apoderó de mí y ni siquiera pude asistir a clases en septiembre, mientras el resto descubría una escuela por la que había luchado para ingresar yo lloraba viendo amanecer por la ventana del hospital, sin poder andar. Desde entonces cada día hasta mis 19 años, algo sucedía conmigo y teníanque sacarme antes de clases, pero al dejar definitivamente los estudios, no volví a enfermarme de gravedad. Culpo a la frustración de tener que ir a clases a diario deseando dejarlo sin que me lo permitieran, por cualquier malestar. No sigo en contacto con mis compañeros, de ningún colegio, no soy de las típicas que todavía tiene las mismas amistades o está en un activo grupo de WhatsApp de la escuela lleno de anécdotas e historias que repetirnos. En ocasiones quiero que sigan en mi vida y esto es cuando recuerdo solo lo bueno, pero en realidad no es mi deseo. Como están las cosas es lo ideal. Ahora no me acuerdo de lo malo pero se que al intentar reconectar las antiguas riñas aparecieron y junto a ellas esa invisible chica que fui, a la que dejaron de llamar e invitar a las fiestas, la que se quedaba fuera de todo, la que se resumió en la pobre inadaptada que perdió a su mamá en la preparatoria y todos le tenían pena. Es difícil hacer las paces con el pasado, ellos no son los mismos y yo tampoco, y la sonrisa que me viene al rostro con sus recuerdos, son solo eso: memorias de algo que ya no existe.
Nunca podré reconciliarme con mi historia, con sus personajes y ni siquiera con la yo de antes. Porque esos que me vivieron hace 15 años, no me entienden hoy, me ven como un bicho raro que actúa como un rebelde cliché por un trauma mal manejado y no como la impoluta chica que mi madre me obligó a ser, la que antes conocían. Entonces me doy cuenta que nada ha cambiado realmente, ahora no soy invisible pero sí rechazada e incomprensible, igualmente echada a un lado... Lo entiendo y acepto, como siempre, con eso puedo vivir, no necesito el permiso del pasado para ser quien soy hoy. Es simpático algo: que ellos me vean hoy absurda, porque quien me conoce ahora lo único absurdo que cree es mi vida anterior, demasiado increíble que yo haya sido aquella, que haya vivido eso y a pesar de todo sea yo. A estos me los quedo y de aquellos mantengo las instantáneas...
Así que... mi vida estudiantil fue dura y sus memorias lo siguen siendo (aunque aparezcan ahora alumnos y profesores aclamando mi comprensión y mis disculpas), las llevaré siempre conmigo pero a veces, solo a veces, la nostalgia le gana a mis odios, y echo de menos. Echo de menos esa etapa. Esa vida que ya no me pertenece. Esa chica en la que no me reconozco. Es más sano que solo sentir rencor por lo que no se puede reescribir. Solo quisiera que supieran cada uno de esos ángeles que formaron parte de mi angustioso camino solo para iluminarlo, que estoy agradecida, los recuerdo con ternura y me siento enormemente orgullosa de poder ver sus logros hoy, sabiendo que crecí a vuestro lado, gracias y a pesar de muchos...

viernes, 29 de enero de 2021

Medusas por un día


            
  

                          Medusas por un día 

A veces, muchas, la mente es nuestro peor enemigo, un lugar inhabitable del que es mejor huir, pero no tenemos cómo. ¿Y qué hacer entonces para no volvernos locos? Yo quisiera tener un botón de apagado o uno de reiniciar para que parasen los pensamientos, las emociones y la vida hasta que estuviera preparada para enfrentarlos. Pero esto no existe y estamos condenados a sobrevivir con penas en el alma que tanto pueden ser reales como creadas y no sabría decirles cuál de las dos pesa más. Pues si es existente es normal que te duela pero si no tiene lógica, es culpa nuestra y de las traiciones de un maldito subconsciente que ojalá pudiéramos controlar, mas es él quien nos controla, quien convierte lo que podría ser un día bueno en un torbellino de lágrimas y pensamientos autodestructivos. Mi psicólogo dice que quien tiene mayor mundo interno (normalmente los artistas, creadores, los que pensamos demasiado) es más propenso a que esto le ocurra. Pero, ¿por qué a nosotros? ¿Acaso deberíamos ser una ameba sin padecimientos ni preocupaciones ni mundos explorables en nuestro interior? ¿Por qué todos tenemos que pagar ese precio solo por ser más sensibles? ¿No puede existir un solo artista sin demonios y luchas intrapersonales? Si tenemos tanto dentro,  un mundo tan amplio por descubrir y caminar, sería mejor ser recompensados, atraer emociones bonitas que nos ayudaran a equilibrar nuestra vida, que nos abrihuen de vez en cuando de el hosyil exterior pues todo lo contrario es una injusticia, un pago demasiado alto. A veces deseo ser una medusa, dejar de pensar y sentir, de preocuparme y tener miedos para no tener que sufrir y crearme heridas invisibles a la humanidad pero entonces... dejaría de ser yo, una humana de carne, huesos y más pensamientos y pesares del que espacio tengo... Y por mucho que duela supongo que siempre es mejor ser nosotros mismos..., a pesar de estos días cuesta arriba en que un alma de medusa nos sentaría de gloria.


                                


martes, 17 de diciembre de 2019

Diario de una Agorafobia




               Diario de una Agorafobia



No puedo. No puedo más. Estas son las únicas palabras que logro entrelazar desde hace un par de meses. Y no puedo más. Me odio a mí. Odio ser yo. Odio estar en este cuerpo y no poder escapar de él. Odio estar dentro de mi mente y perderme en sus millones de agujeros oscuros. Odio todo, no quiero nada. No quiero vivir, sentir, pensar, no quiero dolor ni felicidad, no quiero nada o sí, solo quiero no querer nada. No entiendo lo que pasa a mi alrededor ni cuándo ni cómo, no entiendo cómo de repente mis manos temblorosas están sangrando, y no sé cuándo sucedió, ni cómo lo hice, ni cómo a llegado la sangre a manchar la pared, no sé en qué instante hice nada o me hicieron algo si he estado aquí todo el tiempo, ¿cómo no lo vi? ¿Acaso no he sido yo la que ha estado aquí? Podría ser que fuera alguien más…, otra, porque hay días en que me siento como un globo que que se va inchando con ansiedad, con miedos, con locura, con depresión, con una ira descomunal sin sentido no sé ni dirigida a qué, y cuando la dirijo a algo, el globo crece a mayor velocidad y escapa de la Tierra, y no sé dónde va, no sé dónde me voy, solo sé que cuando regreso al mundo, es que me doy cuenta que por un momento me fui, que estuve ausente y que no recuerdo ni lo que hice, ni lo que dije, ni lo que pasó, solo recuerdo lo que sentía, mucha rabia, mucho dolor, muchas ganas de gritarlo y llorarlo, de cortarlo, de sacarlo de una vez por todas de dentro de mi sistema porque me está volviendo loca y cada vez se ve menos probable que algún día vuelva a estar cuerda y estable. Siento que este desenfreno que no me permite ni organizar una oración correctamente o pronunciarla, me va a llevar a la tumba. Que de repente este dolor en el pecho me detendrá el corazón, que esta falta de aire no me dejará volver a inhalar, que estos temblores romperán en miles de pedazos mi cuerpo y habrá una gigante explosión de carne, huesos, de orgános, de mi sangre y que solo ahí, solo entonces estaré en paz. Solo así dejaré de vivir en este punto entre rendirme y ver cuánto más puedo aguantar.

Me siento corriendo una maratón a la locura que mientras más lento intento correr más rápidos son mis pasos. Siento que cuando llegue allí mi corazón estallará finalmente y vomitaré todo este estrés, este puto dolor que no se por qué lo siento. Y soy incapaz de decir lo que pasa y todos son incapaces de entenderlo, ni los que quieren lo consiguen. Todo se ve mal, todo está mal, hasta el rosa de mis días lo veo negro. ¿Por qué mi antigua realidad está tan distorsionada? ¿Por qué no quiero ni tenerla delante si ella es la puta luz de mis días? ¿Por qué quiero sacarla de mi existencia si solo con ella exsito? ¿Por qué no puedo? ¿Por qué no puedo con nada? Todo pesa, todo duele, todo es demasiado, todo me aplasta el pecho y desorbita los latidos, me mata el dolor en mi cabeza y solo quiero quitármela de encima.  No quiero vivir más en la niebla, todo se ve borroso ante mis ojos, todo segundo es eterno y desenfocado, todo creo que se pondrá negro de un momento a otro, no tengo equilibrio y sé que me desmayaré en cualquier instante pero no, ni eso pasa para darme paz, ni eso puedo lograr, y es lo único que quiero, nada, ver todo negro de un segundo a otro, entrar en coma, salir de mi cuerpo y volver cuando todo esté en orden. No quiero más esto, no lo soporto, no soy así de fuerte aunque todos se hayan pasado la vida diciéndolo, ojalá me vieran ahora, soy todo lo contrario, soy un fracaso para ustedes y para mí misma. No le veo sentido a lo que hago o  digo pero igual lo ejecuto, es como que alguien piensa, siente y habla por mí y no se cómo echarle de mi cuerpo. Y no puedo dejar de temblar ni para sostener una bendita bebida, hasta mi respiración siento temblar antes de irse de mi cuerpo. Las palabras no puedo decirlas en un tono normal, o no salen o salen tan atropelladas que no se comprenden.  Llega el momento que solo puedo llorar y gritar para sacarlo de mí y ni así se va, solo quiero quejarme hasta que alguien se adueñe de esto, que alguien se lo lleve, que lo aleje de mí, que no quiero esto en mi vida, que no soy yo, y que no puedo pararlo, que necesito que se detenga porque no puedo, no lo aguanto ni un segundo más… 

Con este huracán de locura a veces, solo a veces, siento tocar fondo y es ahí que no tengo energías ni para dejar los ojos abiertos, esta entidad que se apodera de mí... luego del llanto, se va y me deja el alma hecha trozos y a mi cargo el ocuparme de lo que ella acaba de hacer. Y no soy nada, soy solo una bola de miedos y paranoias y neurosis caminando, no sé qué pasa , quién soy, hasta cuándo es todo esto, solo sé que ya no puedo y que tiene que parar y tengo que volver a ser yo misma, aunque tampoco nunca fui de lo mejor como para extrañar aquello, pero reconozco que era mejor que esto. Cualquier cosa lo es.