lunes, 19 de abril de 2021

Érase una vez



                            Érase una vez...


No es mi mejor foto, pero abarca este concepto a la perfección... Recordarla me traslada a ese sentimiento...

Y es que érase una vez una chica que vivía en un cuento perfecto, la más extraordinaria historia de amor, la que buscó desde niña -esa que te enseña a creer en los imposibles y en lo que está escrito en las estrellas-. Un día una mirada la despertó y se dio cuenta que en aquella novela solo ella vivía, en su mente fue creada y de la realidad disentía. Aquella desilusión le rompió el alma hasta llorar sangre, no podía creer que fuese humo durante un año su vida... un humo que cada vez se disipaba más... por mal que lo pasó hasta aceptar que debía alejarse de lo ficticio que por vocación creaba, aprendió a vivir en la realidad, no se volvió fría ni perdió la ilusión (aunque conllevó trabajo) y se dio cuenta que a veces hay más magia fuera que dentro de la cabeza... Solo bastan dos personas reales, sin artificios ni promesas imposibles, lealtad, comunicación y mucho amor... Así es como la ficción es superada por la realidad.

¿A alguien más le ha pasado que se ha creado la historia perfecta, que quiere transformar a la persona en quien no es y que se enamoró de idealizaciones?






miércoles, 14 de abril de 2021

Rencores y Odios Extraño










¿A veces no echan de menos cosas que odiaban?

Como el instituto, los profesores que nos hacían la estadía imposible, ese amor que no nos miraba con los mismos ojos, los amigos que nos traicionaban de la noche a la mañana, las enormes horas de entrenamiento y estudio, el cansancio, el querer rendirnos a diario, lo largo que se hacía el camino y lo rápido que queríamos avanzar. Yo tengo los peores recuerdos de la escuela, creo que todo comenzó cuando decidieron que debía estudiar ballet clásico. La escuela de arte... empecé con 10 años y salí a los 15, una carrera altamente competitiva con "amigos", profesores y contigo mismo. Yo no tenía tiempo para ser una niña o una adolescente, para jugar, ver tv o salir de fiesta, solo debía hacer dieta y entrenar hasta el desmayo, cada día, mientras soportaba el estrés de ser atacada por todo y todos. Algo que mis mentores veían normal en ese mundo y le llamaban "vivir en el oeste", está claro que con mi personalidad sobrevivir en el oeste desde un inicio estaba anunciado como más que complicado: imposible, sin embargo, lo logré, con mis cicatrices y esfuerzo, pero lo conseguí. Aunque me di cuenta que ese ni era mi mundo ni en el que quería aprender a vivir. Para resumir esta etapa solo me basta decir que de ahí ninguno salimos igual que entramos, con los años y las confesiones de reuniones furtivas, me di cuenta que no solo en mí dejó trauma, que no solo para mi esa escuela hizo mella, en la mayoría también. Digamos que esos años (aunque también me los hizo difíciles) mi madre me ayudó a sobrellevarlos, pero cuando ella faltó por culpa de una enfermedad que mi familia insiste en achacarle a la feroz escuela y sus hienas, fue más aterrador. En la preparatoria me sentía invisible, aislada, llena de complejos e inseguridades, era la gordita del salón a la que solo miraban por el tamaño de los pechos. Tenía menos amigos de los que aparentaba y era más inestable de lo que mi sonrisa decía. Es extraño que a día de hoy nadie crea mi sentir y hasta mi hermana piense que yo en mis años escolares fui del grupo "popular", la que todos conocían, imitaban, querían invitar a salir o ser su amigo, pues no lo sentí ni un segundo. La preparatoria la terminé siendo mejor amiga de la chica que me hacía la vida imposible burlándose de mí junto a sus amistades. Y en la universidad... no sé, pocas fuerzas me quedaban para enfrentar las clases, como siempre optaba por ausentarme solo para quedarme en casa, por alejarme de mis compañeros al sentir que no encajaba ni con ellos, ni su forma de pensar, ni sus deseos o itinerarios, y tres semestres después, lo dejé. Intenté volver varias veces y siempre me acababa marchando. No sé si no pertenezco a ese "mundo" tampoco o simplemente no estaba preparada para él, quizás por ser tardía y old fashion en todo, no empatizo con lo que me rodea y se supone me debe agradar. Mis días escolares fueron un infierno, de lágrimas, ausencias, huidas, de visitas a la psicóloga del colegio y a mi psiquiatra, de sentirme la vergüenza de la clase... Pero de ahí puedo salvar algunas cosas porque también hubo risas, momentos de estar integrada y feliz, tuve profesores jodidamente desagradables pero también muchos buenos y cercanos que siempre llevaré conmigo, y aunque esporádicas, también buenas amistades. Tal vez no era culpa de mis compañeros o los académicos sino mía, que estaba con temor y autorechazo descubriéndome, interesada en cosas demasiado grandes para procesar, mucho más importantes que irme de fiesta con los chicos de mi edad. Lo "viví" sola pero lo necesitaba y aunque mi paso por la escuela haya sido diferente al de todo el que conozco, haya sido muy intrapersonal, creo que no lo cambiaría, no se sintió como estar en el colegio, pero quiero creer que era necesario y que cada quien debe hacer su propio viaje...
Hoy miro atrás y recuerdo pequeñas anécdotas, miradas cómplices, euforia extrema, horas de charlas, cartas y fotografías que permanecen guardadas... y me suele compensar tenerlo. Y lo echo de menos, como todos supongo, esas edades de preocupaciones de menor magnitud, de no tener tiempo para aburrirse, de ocuparse mayormente de pasar tiempo con amigos, tener detalles con quienes hacían nuestra vida más fácil y poder vivir esas primeras y tímidas veces. Supongo que a esto se refieran cuando hablan de caminos de rosas, tenemos espinas que duelen y nos hacen sangrar, pero también disfrutamos aroma de flores y pétalos por doquier, para ganar debemos perder. No sé si por mis ganancias valieron la pena mis pérdidas pero ahora es todo lo que tengo... Pensar en ese pasado viendo solo las sombras, es lacerante, por eso estoy aquí entre viejas fotografías celebrando el primer beso que me dio esa profesora que tanto me odiaba y olvidando que cada día estaba en el hospital o saltando una valla para emcerarme en mi habitación. Una cosa que descubrí con el tiempo es el daño que te causa hacer algo que no te gusta, y es que desde los 10 años, el miedo se apoderó de mí y ni siquiera pude asistir a clases en septiembre, mientras el resto descubría una escuela por la que había luchado para ingresar yo lloraba viendo amanecer por la ventana del hospital, sin poder andar. Desde entonces cada día hasta mis 19 años, algo sucedía conmigo y teníanque sacarme antes de clases, pero al dejar definitivamente los estudios, no volví a enfermarme de gravedad. Culpo a la frustración de tener que ir a clases a diario deseando dejarlo sin que me lo permitieran, por cualquier malestar. No sigo en contacto con mis compañeros, de ningún colegio, no soy de las típicas que todavía tiene las mismas amistades o está en un activo grupo de WhatsApp de la escuela lleno de anécdotas e historias que repetirnos. En ocasiones quiero que sigan en mi vida y esto es cuando recuerdo solo lo bueno, pero en realidad no es mi deseo. Como están las cosas es lo ideal. Ahora no me acuerdo de lo malo pero se que al intentar reconectar las antiguas riñas aparecieron y junto a ellas esa invisible chica que fui, a la que dejaron de llamar e invitar a las fiestas, la que se quedaba fuera de todo, la que se resumió en la pobre inadaptada que perdió a su mamá en la preparatoria y todos le tenían pena. Es difícil hacer las paces con el pasado, ellos no son los mismos y yo tampoco, y la sonrisa que me viene al rostro con sus recuerdos, son solo eso: memorias de algo que ya no existe.
Nunca podré reconciliarme con mi historia, con sus personajes y ni siquiera con la yo de antes. Porque esos que me vivieron hace 15 años, no me entienden hoy, me ven como un bicho raro que actúa como un rebelde cliché por un trauma mal manejado y no como la impoluta chica que mi madre me obligó a ser, la que antes conocían. Entonces me doy cuenta que nada ha cambiado realmente, ahora no soy invisible pero sí rechazada e incomprensible, igualmente echada a un lado... Lo entiendo y acepto, como siempre, con eso puedo vivir, no necesito el permiso del pasado para ser quien soy hoy. Es simpático algo: que ellos me vean hoy absurda, porque quien me conoce ahora lo único absurdo que cree es mi vida anterior, demasiado increíble que yo haya sido aquella, que haya vivido eso y a pesar de todo sea yo. A estos me los quedo y de aquellos mantengo las instantáneas...
Así que... mi vida estudiantil fue dura y sus memorias lo siguen siendo (aunque aparezcan ahora alumnos y profesores aclamando mi comprensión y mis disculpas), las llevaré siempre conmigo pero a veces, solo a veces, la nostalgia le gana a mis odios, y echo de menos. Echo de menos esa etapa. Esa vida que ya no me pertenece. Esa chica en la que no me reconozco. Es más sano que solo sentir rencor por lo que no se puede reescribir. Solo quisiera que supieran cada uno de esos ángeles que formaron parte de mi angustioso camino solo para iluminarlo, que estoy agradecida, los recuerdo con ternura y me siento enormemente orgullosa de poder ver sus logros hoy, sabiendo que crecí a vuestro lado, gracias y a pesar de muchos...

sábado, 6 de febrero de 2021

Madurar

                                



                              "Madurar".


Me dicen inmadura por soñar con bodas perfectas,
Por gritar mi amor al aire libre,
Por desear rosas ramos de rosas y globos,
Por enternecerme con peluches de 3 metros,
Por ser detallista y no olvidar ni una fecha, ni una palabra ni un beso,
Me dicen inmadura por darles el universo y esperar recibir la mitad a cambio...
¿Saben qué?
Si de eso se trata crecer y ser madura,
De ser seria,
De no soñar,
De no esperar más de la vida que lo que me da,
Yo no quiero hacerlo.
Prefiero mis caprichos a vuestra amargura.

viernes, 29 de enero de 2021

Medusas por un día


            
  

                          Medusas por un día 

A veces, muchas, la mente es nuestro peor enemigo, un lugar inhabitable del que es mejor huir, pero no tenemos cómo. ¿Y qué hacer entonces para no volvernos locos? Yo quisiera tener un botón de apagado o uno de reiniciar para que parasen los pensamientos, las emociones y la vida hasta que estuviera preparada para enfrentarlos. Pero esto no existe y estamos condenados a sobrevivir con penas en el alma que tanto pueden ser reales como creadas y no sabría decirles cuál de las dos pesa más. Pues si es existente es normal que te duela pero si no tiene lógica, es culpa nuestra y de las traiciones de un maldito subconsciente que ojalá pudiéramos controlar, mas es él quien nos controla, quien convierte lo que podría ser un día bueno en un torbellino de lágrimas y pensamientos autodestructivos. Mi psicólogo dice que quien tiene mayor mundo interno (normalmente los artistas, creadores, los que pensamos demasiado) es más propenso a que esto le ocurra. Pero, ¿por qué a nosotros? ¿Acaso deberíamos ser una ameba sin padecimientos ni preocupaciones ni mundos explorables en nuestro interior? ¿Por qué todos tenemos que pagar ese precio solo por ser más sensibles? ¿No puede existir un solo artista sin demonios y luchas intrapersonales? Si tenemos tanto dentro,  un mundo tan amplio por descubrir y caminar, sería mejor ser recompensados, atraer emociones bonitas que nos ayudaran a equilibrar nuestra vida, que nos abrihuen de vez en cuando de el hosyil exterior pues todo lo contrario es una injusticia, un pago demasiado alto. A veces deseo ser una medusa, dejar de pensar y sentir, de preocuparme y tener miedos para no tener que sufrir y crearme heridas invisibles a la humanidad pero entonces... dejaría de ser yo, una humana de carne, huesos y más pensamientos y pesares del que espacio tengo... Y por mucho que duela supongo que siempre es mejor ser nosotros mismos..., a pesar de estos días cuesta arriba en que un alma de medusa nos sentaría de gloria.


                                


jueves, 17 de diciembre de 2020

The reader, opinión y comentarios






"The reader", opinión y comentarios.


Hoy tras un maratón de filmes he llegado hasta The reader (El lector), el cual llevo guardando por años porque creo que los libros como las películas para ser plenamente disfrutados y comprendidos, para que dejen huella, tienen que tener su momento perfecto. No soy fan de irme tras la película al estrenarse por haberme cegado con tanto marketing, valoro mucho el cine y la literatura, ninguno es trabajo de un día sino de detalles y por la emoción de verlo lo antes posible podríamos perder importantes matices. Soy una amante de los dramas románticos no lo niego, pero hacía mucho no sufría tanto con uno, realmente la película consigue atraparte en un dilema moral por el cual pasa el propio protagonista Michael Berg, aunque a él se le resuelve mucho más rápido que al espectador que desea un giro de guión hasta el último segundo y culpa a Berg de sus decisiones, al menos fue mi caso. Tal vez el hecho de practicar la abogacía tras el misterioso abandono de Hanna lo volvió un hombre más racional que emotivo, lo cual se puede apreciar hasta el final del filme donde tras tantos años él no consigue crear vínculos duraderos con mujer alguna. Tanto la película como la novela del alemán Bernhard Schlink tratan el Holocausto judío, el amor y sus huellas y el descubrimiento y tienen como tema el sufrimiento que trae consigo el conocimiento. En cierto punto te planteas varias interrogantes que el mismo protagonista tuvo que enfrentar en ese momento, al reencontrarse, como estudiante de derecho, con Hannah en medio de un juicio por sus horribles acciones pasadas, las cuales él desconocía. Pero no solo eso ahí el descubre que la pasión de la mujer porque él le leyera tenía una explicación que podría haber resuelto el dilema de la película: ella era analfabeta y estaba extremadamente avergonzada de eso, tanto como para elegir una sentencia perpetua antes que decirlo. ¿Están justificados los actos de la acusada si no sabía realmente lo que hacía? ¿Con juzgar a los guardianes de un campo de concentración, probablemente los últimos monos dentro de los nazis, llega y se calman las conciencias? ¿Puede uno seguir queriendo a la persona amada después de descubrir que ha cometido un crimen imperdonable? ¿Se puede a través del amor perdonar?

(Spoiler Alert, si no has visto la película no sigas leyendo)

 Para Michael claramente fue un "No" rotundo la respuesta, para mí..., a pesar de que es y hubiese sido difícil, sería un "Sí". Si es que el amor es tan verdadero no tiene condiciones, me pongo en su piel y hubiera intercedido y dicho que era analfabeta y pagaría lo justo como las demás compañeras, no una exagerada sentencia que no le correspondía. Su horror fue tanto que él no pudo hacerlo y supongo que la declaración de ella en el juicio tuvo mucho que ver, no parecía arrpentida simplemente hablaba como si fuera una máquina que solo seguía instrucciones y este tipo de controladoras acciones se ven en ella a través de todo el filme. Cuando Hannah gracias a él aprendió a leer y escribir, escuchando los cassettes de Berg leyéndole, aprendió y entendió el horror y magnitud de sus acciones, el saberlo le dolió tanto que prefirió acabar con su vida que vivir con ello. Y es que yo me pongo en su piel pensando en mi pareja, y hablo desde un amor sincero e incondicional mas no ciego, y yo daría la vida, hiciera lo necesario por salvarla y ayudarla hasta dentro de la más difícil de la situación, mataría y hasta ocultaría un cadáver por ella de ser necesario. Porque el amor puede ser comprensivo, puede perdonar, puede ayudar a crecer y aprender, cuida, protege, la pareja es un equipo basado en la confianza, la comunicación y el respeto. Por lo tanto llegando al final de The reader, me reivindico, yo hubiera tomado la decisión opuesta a Michael, ella no era consciente del todo de sus acciones y el dolor de verlo y saber que está tan decepcionado que ni la ayuda, totalmente te hace odiar al protagonista y verlo como el villano de la historia a pesar de no ser contada desde el punto de vista de Hannah. Una mujer totalmente analfabeta que podemos ver desde el inicio en todos sus bruscos tratos y movimientos, era como un soldado que solo ejecutaba órdenes recibidas como tantos durante el holocausto, así que un juicio y aun más una condena (tanto del gobierno como de tu pareja) me parece ridículo, los que deberían estar siendo juzgados eran los altos mandatarios, y aun así no, no sirve para limpiar consciencias ni sanar heridas, no se pueden resarcir las muertes con cadenas perpetuas. Sin embargo no pierde méritos, es una gran película y trama con extraordinarias actuaciones y el propósito de toda obra de arte es hacerte pensar y reflexionar, conmigo lo han conseguido.




lunes, 23 de noviembre de 2020

Espíritu Grinch

              



                  "Espíritu Grinch".


Mi espíritu navideño murió el día que murió mi madre. So not big expectations for CHRISTMAS anymore. Es así como te das cuenta que lo importante es la gente y el amor, no las festividades o fechas inventadas y mucho menos el lugar o condiciones... En este año donde tantos han sufrido pérdidas, que ha sido tan duro económica y emocionalmente, un año diferentes lleno de cambios y bruscas adaptaciones me parece que no seré el único grinch, eso me hace sentir aliviada, arropada, acompañada de alguna manera. Sí, la vida sigue... No se engañen: no sigue igual, por mucho que lo diga Julio Iglesias. Cuando te arrancan un pedacito de ti, un trozo de alma, un cacho de corazón tu cuerpo sigue viviendo obligatoriamente pero tu cabeza y espíritu un poco menos. Eso es lo que hay que aceptar de la pérdida: que no vamos a ser los mismos, no el hecho de que nuestras personas amadas no nos van a acompañar. Yo vivía por y para mi familia, nuestras reuniones, y por supuesto Navidad con su Noche Buena y su fin de año era la mejor de las épocas, vivía esperándola con ansias. Adoraba las cenas de mi madre, los karaokes ridículos en familia hasta la madrugada, los bailes de mi abuelo y mis tíos, a mi pequeño primo siendo el centro de atención por el que todos babeábamos, los vergonzosos disfraces que me hacía llevar mi madre, todo el montaje del árbol, la repartición de regalos, la expectación por las chuches de Santa, los cuentos para el día después de todos los que terminaron en peda mientras comíamos lo que quedaba del día anterior, y el dormir todos juntos aunque estuviéramos como sardinas enlatadas. Tenía una sensación, un olor, una emoción para describir esas fechas en que todo era felicidad. Hasta que ella murió y justo como no quería mi bella familia se derrumbó, nunca supe que era tan de cartón, tuvimos que perderla a ella para abrir los ojos en muchos sentidos, un año mi padre intentó con su nueva pareja hacer todo igual, pero nada fue lo mismo. Al siguiente mi hermana y yo por nuestra cuenta nos montamos una fiesta, muchos amigos, alcohol y cero familia, bastante buena, hasta que caes en cuenta que no son amistades reales sino de fiesta. En fin, que ahora prefiero resistirme a las comidas que hacen mis tíos donde de casi 20 quedamos 5, donde siempre va mi hermana a su rollo con el novio de turno y yo sola cantando canciones de la década y hablando de enfermedades con mi abuela, me voy más por el llanto, la cobija de mi cama y una peli mala, quizás una pastilla para dormir y que pase lo más rápido posible la pesadilla. Y no sé, tal vez en algún momento cambie y sea uno de esos jóvenes que se van con "amigos" a beber hasta vomitar con las luces agobiantes de cualquier discoteca o bar petado. Ya sin esperar calma, amor, el beso tierno peliculero de abrir el año o el hacer manitas en la cena y sacarte 10 fotos junto al árbol o amanecer en pijamas a juego con un desayuno de teleserie. De momento no espero nada, eso es lo mejor que puedo hacer. Sí han pasado siete años, para mí es como si hubiera sido ayer, es cierto que el dolor amena, pero sigue, y los recuerdos son muy malos amigos...
Más de uno este año estará viviendo esta fase y en la distancia le hará compañía a mi soledad. Yo aunque ella decía que no quería verme llorar no puedo evitarlo y el "sé feliz que eso es lo que ella quisiera" me parece una pantomima qué quieres que te diga. Yo soy... lo que puedo, como puedo, cuando puedo. Y está bien y no estamos locos, todo en la vida es un proceso, tenemos que recordarlos con gozo y no olvidarlos, pero no intentemos fingir que todo sigue igual y menos haciendo lo mismo porque es un inmenso y doloroso fallo. A abrazar la vida nueva, a agradecerles el tiempo que nos acompañaron y a llorarles un poquito, creo que esonle sienta bien al corazón de vez en cuando. ¿Vamos a ser felices? Claro, por momentos como todos, la alegría nuestra no está atrofiada y aunque no lo aplique, sé que sonriendo no les estamos fallando, pero cada quien a su ritmo, a su paso, poco a poco. Que volver a poner en forma un músculo atrofiado es un proceso lento y difícil, y el corazón donde ha muerto nuestro espíritu no queda exento de él. Sin prisa, que todo llega cuando estás listo...

                 


martes, 13 de octubre de 2020

Tras Bastidores



                          Tras Bastidores


¿Alguna vez has sentido que estás muerta? ¿Que vives en piloto automático? ¿Que tus días son una continua monotonía a la que no sabes sacarle partido? ¿Que ya todo lo bueno que podía sucederte te ha pasado? A ella sí..., y Rebecca podrá enseñarte cómo sacar el mayor arco iris de esa inacabable tempestad. Quizás en tu pasado está la respuesta, quizá la llave a la felicidad no es el futuro, quizá un presente olvidando las despedidas es la respuesta también a tu pregunta.

La novela "Tras Bastidores" te sumergirá más en el tema, quizás sea el salvavidas literario que tus días necesitan... 

Un buen libro puede cambiarte la vida.