lunes, 26 de julio de 2021

Mamá...



Mamá:

Llevo varios años escribiendo, y esta es la primera vez que te lo hago a ti directamente. Porque sí, en cada letra has estado presente, para la mayoría has sido el motor, pero aunque muchas veces recomiendan los psicólogos este tipo de terapias, nunca me pareció necesario o más bien, te recordaba con tanto rencor que fingía que fingía que no había nada que decir, que no hacías falta porque nada había pasado, pensaba que nunca estuviste. Escribo por impulso, por necesidad de hablar, de organizar mis emociones y canalizarlas de tal manera que seguir viviendo sea posible, pero siempre con mucha emoción, hoy no es tanto el impulso, hoy no me tiemblan los dedos en el teclado por rapidez y necesidad de desbocarme, hoy lo hacen de incertidumbre, necesidad y debilidad. Es la primera vez que reconozco necesitar una madre… No ha sido un buen día, nada especial (bueno o malo) ha ocurrido, pero desde anoche mis emociones y yo estamos revueltas sin saber porqué. Quizás esta sea la razón o no, quizás simplemente sea mi forma de encontrarla, a través de ti…
Por miedo a la decepción, a no saber seguir siendo consciente de tu desaprobación, no he querido pensar en lo que soy y la forma en que me ves. Cuando me obligó la vida a conocerme y hacerme una mujer, crear o desvelar mi identidad, muchos me amenazaron y ofendieron en tu nombre. “Tú mamá no te permitiría esto”, “Ya te hubiera encerrado”, “No te aprobaría”, “No le iba a gustar”… Me dijeron que ser yo, era ofenderte a ti, y había vivido 19 años intentando lo imposible por conseguir lo contrario, pero yo sentí lo mismo, sentí que mi vida y quién soy sería faltarte el respeto, y eso ayudó mucho en que mi subconsciente dándolo por hecho me preparara para vivir de la manera que he tenido que hacerlo respecto a todos los que me han hecho eso: obviándote. No te tengo conmigo hace 8 años y aunque no estoy orgullosa puedo decir, que no lo percibí cada uno de ellos, de hecho apenas me di el golpe hace 2 años. Mis emociones y pensamientos me traicionaron, boicotearon mi sistema nervioso y me hicieron vivir tu pérdida a la fuerza como si hubiera ocurrido en ese instante, desde entonces no me he recuperado. Me di cuenta que te había olvidado, que no recordaba lo que era vivir con mamá, lo que era esa vida que ya nunca más tendría. Te culpé, no de dejarme sola o causarme el más grande dolor como tú temías, te culpé por no dejarme ser. No lo termino de sanar, lo admito. Tal vez por eso no estoy preparada para decirte adiós, y no lo quiero hacer pero quiero dejar ir el dolor, la culpa y el rencor. Una de mis médicos me forzó a ello y no he pasado un rato tan raro y difícil. Según ella, una biodescodificadora de gran fama aquí en la ciudad, no soy libre ni feliz porque te sigo llevando atada a mí y no es bueno para ninguna de las dos, que visto de negro porque te hago luto, que voy tatuada de ti y que cada decisión de mi vida es por tu causa. No estuve ni estoy de acuerdo con su diagnóstico porque sí, no te quiero decir adiós pero nunca te he querido tener presente. Nunca he querido visitar tu tumba. Ni pensar: ¿qué haría mi mamá en este caso?, ¿qué me diría ella?, ¿qué opinaría? Así, creo que la vida se hace más cuesta arriba.
No sé ya ni qué estoy diciendo ni porqué empecé a escribir esto, todos los pensamientos que tenía se disipan y mezclan en mi mente. Quiero paz, eso quiero. Esta vez no quiero pedirte perdón por ser yo, por ser tu deshonra y todo lo que no querías que fuera, hoy te digo que te perdono yo y por primera vez: te amo. (Perdona también por eso, por no saber ser cariñosa y seguir sintiendo vergüenza de expresar mis sentimientos. Si te tuviera delante, te sorprendería mi abrazo, quizás seguiría siendo singular, pero no por quedarme inmóvil sino porque no te soltaría.) No quiero seguir culpándote de mis decisiones. Si no fui yo misma antes es porque no estaba preparada, como para todo tardé en darme cuenta y en querer abrir los ojos, en sentir fuertemente la necesidad de salir del caparazón. Te fuiste en mi adolescencia, cualquier niño en mi caso teniendo una madre como tú o una de carácter más dócil, por aquella época, hubiese sufrido lo mismo que yo e igualmente se habría contenido. Sí, es difícil la vida sin ti. Ahora me doy cuenta porqué tenías miedo. Diariamente guiabas mis pasos por mi bien, por mi tranquilidad, para facilitarme las cosas, hacerme una buena persona, no para crear una niña ideal a tu gusto. Aunque decías que eso era y eso intenté, en el fondo no lo hacías por eso, me querías mucho para cortarme las alas de esa manera. Cuando pasan los años la vida se complica, hay que tomar decisiones importantes, hay que crecer, saber estar en el mundo, hacerse de su rinconcito, formarse en una mujer de bien, hay que saber no rendirse, tener claro los sueños, luchar por ellos, hacer cada día algo por llegar a ellos, y no perder la fe y las ganas es titánico. ¡Quién me iba a decir a mí que me estabas ahorrando estos dolores de cabeza en vez de transformarme!
De no necesitarte o recordar una vida contigo (sigo sin hacerlo del todo) he pasado a pensar: qué bonita la vida con mamá… No lo niego, envidio a todos los que aun la tienen y me pregunto qué se sentirá, tal vez no sepan el privilegio que es, como nunca lo he sabido yo y hasta a veces quisiera que todos estuvieran en mi posición porque me parece injusto. Las 5 etapas del duelo y yo no nos llevamos bien aparentemente, porque vale, ya no pienso que tú tenías que dejarme sola para que yo madurara y aprendiera a decidir, pero sí pienso que no merecías irte ni por mi culpa ni por nada. Me alegro que hayas disfrutado y vivido a tu gusto, después que te fuiste he descubierto que podías haberlo hecho más, que por mi hermana, por mí, por la sociedad, por la mentalidad que tu madre te implantó también a ti, te cohibiste de tomar decisiones que te hubieran alegrado aun más los días. Decías que era la niña que toda mamá quisiera tener pero yo me siento lo contrario. Me siento egoísta de no saber ver quién eras, conocer a la mujer más allá de la madre, me arrepiento de no haberlo hecho, me arrepiento de no haber escuchado tus consejos para el futuro por sentir que te tendría siempre y que aquello que me recomendabas no sería algo inmediato, cuánto me equivoqué. Debí haberte pedido un libro de instrucciones porque sin mamá, la vida no es lo mismo. La gente se queja de sus madres, que son pesadas, que se meten en sus asuntos, que se repiten mucho, vivir sin eso es terrorífico, es andar sin Norte. Así me siento yo, así me sentí cuando te fuiste, sabía en ese momento lo que estaba perdiendo. Ni siquiera en tus últimos días, relacioné a la muerte contigo, creí que te tendría siempre. Habíamos planeado que yo cuando me casara viviría contigo y mi papá, porque yo no quería separarme de ti, porque necesitaba tus orientaciones, que me ayudaras a vivir como siempre hacías. Soy un alma indecisa de por sí, y ahora sin brújula, a veces se torna imposible el camino. Considero que con los años he aprendido, sé que no soy la misma que dejaste y que a pesar de todo, tu ausencia me ha servido para conocerme y crecer sola, no tenía otro remedio pero ojalá hubiese tenido elección. Sigo siendo indecisa y un poco inmadura, mis emociones me pueden, nunca quito por entero la vista del pasado, prácticamente vivo en el futuro y tengo que aprender a disfrutar el presente, pero por otra parte, a diferencia de la gente de mi edad, tengo claro lo que quiero y quien soy y en eso soy estable y segura, no le temo a la soledad, a conocerme o estar conmigo misma. Una vez que me encontré, no he vuelto a perder el rumbo. A pesar de todo la complicación que consigo traen los años hace que una mente que no para, como la mía, explote. Un día parece que hay tanto qué escoger, otro que no hay elección, en ambos me doy cuenta que lo que necesito es tu voz. Es sentarme en tu cama como solía hacer, contarte que no puedo con la vida y que me ayudes a calmarme, que me insufles fuerzas, que me digas que no es oscuro el camino, que como decías “la vida no es blanca o negra, tiene muchos colores y cada día tiene más de uno”, que me aferre a los bonitos. Me encantaría poder llamarte o correr a ti también cuando reviento de felicidad, tanto que salto, que mi voz se transforma, que se atropellan mis palabras, que me creo capaz de todo.
La gente dice que soy fuerte, que he logrado mucho, que mi hermana y yo somos un ejemplo de superación. Vamos, que todo el mundo sabe que éramos dos niñas inútiles que poco futuro tenían de no ser por ti, supongo que ver que no morimos es su sinónimo de fortaleza, pero solo ella y yo sabemos lo que somos. Aunque ni se lo diga ni se lo vaya a decir, sí, a veces no la aguanto ni la entiendo, pero estoy orgullosa de ella, ya quisiera yo poder tener ese coraje que desde chica nos demostró enfrentándose hasta a ti. Ha crecido, ha hecho una vida, a mi parecer ha querido seguir tus pasos en algunas cosas, ha sido independiente y no nos ha necesitado para nada. Debería yo aprender a no necesitar a nadie verdaderamente, porque lo que hasta hoy hago solo es una pose, porque aunque no sean tú y mucho menos la sombra de lo que fingían ser, preciso de mi familia a mi lado, no sé independizarme emocionalmente de ellos y labrar mi camino. No tengo el valor de Paula en ese sentido. Sé que no es fácil para ella, además creo que tiene un plus de dificultad porque sé que sí se ha acordado de ti siempre. En un inicio lo hablábamos mucho, ambas deseábamos que todo fuera un sueño, que aparecieras por arte de magia a decir que había sido un chiste y que nos resolvieras la vida, y el problema con el que estábamos lidiando en el omento. Yo, intenté quitarle eso, me dolía, me mutilé e intenté cercenarla, porque aquello no era más que un sueño, no volverías nunca y la vida ya no sería fácil, resolver un problema jamás volvería a ser tan fácil como decir: mami…, todo dependía de nosotras. Pensar que nunca habías estado y que siempre me tocó arreglármelas sola, fue necesario para sobrevivir, no sé si fue la mejor manera pero lo hice inconscientemente.
Te vi en sueños, en cada rincón tantas veces, hasta mirándome al espejo, hasta que un día la forma en que te vi fue muy dolorosa y te rogué que no lo hicieras más. Desde entonces te sigo sintiendo en mi cuarto, sentándote en mi colchón, cubriéndome con las sábanas y susurrando mi nombre, pero solo te he visto en sueños, como una más del grupo de personas o en terribles pesadillas sobre la realidad de que has muerto… Pero yo quería hasta morir contigo, cuando te marchaste solo pensaba en ir en tu búsqueda pero pocas veces tuve el valor, todo quedó siempre en mi mente y un absurdo intento adolescente. Me siento mala persona pero cuando supe que mi abuelo estaba muriendo, solo quería decirle que si te veía te dijera que por favor vinieras a verme, que ya no tenía miedo. ¡Pobre de mi abuelo que no pensé en él! Pero solo habían pasado 6 meses sin ti… Mami, yo quería irme del mundo como llegué, junto a ti. Que me ayudaras en cada paso y decisión, que estuvieras en mi boda, que opinaras de mi novia, que la regañaras de vez en cuando o me ayudaras a convencerla de algo, que fueras mi cómplice, que conocieras a mis amistades, las cosas que disfruto, que fuéramos a comer juntas, seguir conociéndote en otras facetas, hacer viajes familiares, seguir teniendo navidades y días de la madre que no sean un constante deseo porque todo el mundo lo esté pasando igual de mal…
Muchos años me he sentido libre de no tener quién me dijera lo que hacer, parecía una fortuna que pocos disfrutaban en la adolescencia, no he hecho ninguna locura pero te sorprendería saber que demasiadas veces yo, la niña perfecta, fui nombrada la mala compañía, la huérfana que corrompía a los amigos, la nuera que nadie quería tener, la gordita del salón de la que no querían ver a sus hijos cerca. No entiendo porqué, ni faltaba el respeto, ni era un monstruo ni he ido desfasada, solo no tenía una madre ni las mismas limitaciones que el resto. Aunque te digo, que gente que tenía menos libertad que yo, hacía de todo y más y no pasaba nada. Pero bueno, que la vida es injusta no es nada nuevo. Ahora busco todo lo contrario a aquella libertad. Tu juicio me sigue aterrando pero quisiera que me vieras hoy, no pretendo enorgullecerte porque lograría solo lo contrario (aunque la gente por quedar bien siempre dice la frasecita de “estaría orgullosa de ti”, ¡qué saben ellos! No sabe nadie). Pero tengo ese deseo, te sorprendería ver cómo ha cambiado todo, como nada salió como pensabas, como todos dejaron caer sus caretas, como no existe más mí la vida en rosa ni la familia perfecta... Parece que como Benjamin Button, voy para atrás en desarrollo, crecimiento y madurez emocional, porque me vuelvo a sentir una niña, perdida, que solo quiere que su mamá le ponga el modo fácil al juego de vivir, que le sane las heridas, que prometa todo va a estar bien, que la tome de la mano y le diga: como vas, vas bien y tal como eres, está perfecto. Pero nuevamente me toca dejar de soñar simplemente le gana al paso del tiempo. Espérame que solo nos separaron para encontrarnos.

jueves, 13 de mayo de 2021

Anhedonia

                              Anhedonia


I am here, I am not dead, I haven't gone. I can feel myself and my emotions in the bottom of my sould fighting for being listented, for being loud, for being strong, for being the queen's of me... I feel them knocking the door of my heart to be left out, and I want to open the other, I have tried and I still do, but is locked somehow, I don't give up, I know the most unexpected day, that door will be open and all will be ok...
Me, you, us...will be happier than ever cuz the world will have new colors to my eyes...

lunes, 19 de abril de 2021

Érase una vez



                            Érase una vez...


No es mi mejor foto, pero abarca este concepto a la perfección... Recordarla me traslada a ese sentimiento...

Y es que érase una vez una chica que vivía en un cuento perfecto, la más extraordinaria historia de amor, la que buscó desde niña -esa que te enseña a creer en los imposibles y en lo que está escrito en las estrellas-. Un día una mirada la despertó y se dio cuenta que en aquella novela solo ella vivía, en su mente fue creada y de la realidad disentía. Aquella desilusión le rompió el alma hasta llorar sangre, no podía creer que fuese humo durante un año su vida... un humo que cada vez se disipaba más... por mal que lo pasó hasta aceptar que debía alejarse de lo ficticio que por vocación creaba, aprendió a vivir en la realidad, no se volvió fría ni perdió la ilusión (aunque conllevó trabajo) y se dio cuenta que a veces hay más magia fuera que dentro de la cabeza... Solo bastan dos personas reales, sin artificios ni promesas imposibles, lealtad, comunicación y mucho amor... Así es como la ficción es superada por la realidad.

¿A alguien más le ha pasado que se ha creado la historia perfecta, que quiere transformar a la persona en quien no es y que se enamoró de idealizaciones?






miércoles, 14 de abril de 2021

Rencores y Odios Extraño










¿A veces no echan de menos cosas que odiaban?

Como el instituto, los profesores que nos hacían la estadía imposible, ese amor que no nos miraba con los mismos ojos, los amigos que nos traicionaban de la noche a la mañana, las enormes horas de entrenamiento y estudio, el cansancio, el querer rendirnos a diario, lo largo que se hacía el camino y lo rápido que queríamos avanzar. Yo tengo los peores recuerdos de la escuela, creo que todo comenzó cuando decidieron que debía estudiar ballet clásico. La escuela de arte... empecé con 10 años y salí a los 15, una carrera altamente competitiva con "amigos", profesores y contigo mismo. Yo no tenía tiempo para ser una niña o una adolescente, para jugar, ver tv o salir de fiesta, solo debía hacer dieta y entrenar hasta el desmayo, cada día, mientras soportaba el estrés de ser atacada por todo y todos. Algo que mis mentores veían normal en ese mundo y le llamaban "vivir en el oeste", está claro que con mi personalidad sobrevivir en el oeste desde un inicio estaba anunciado como más que complicado: imposible, sin embargo, lo logré, con mis cicatrices y esfuerzo, pero lo conseguí. Aunque me di cuenta que ese ni era mi mundo ni en el que quería aprender a vivir. Para resumir esta etapa solo me basta decir que de ahí ninguno salimos igual que entramos, con los años y las confesiones de reuniones furtivas, me di cuenta que no solo en mí dejó trauma, que no solo para mi esa escuela hizo mella, en la mayoría también. Digamos que esos años (aunque también me los hizo difíciles) mi madre me ayudó a sobrellevarlos, pero cuando ella faltó por culpa de una enfermedad que mi familia insiste en achacarle a la feroz escuela y sus hienas, fue más aterrador. En la preparatoria me sentía invisible, aislada, llena de complejos e inseguridades, era la gordita del salón a la que solo miraban por el tamaño de los pechos. Tenía menos amigos de los que aparentaba y era más inestable de lo que mi sonrisa decía. Es extraño que a día de hoy nadie crea mi sentir y hasta mi hermana piense que yo en mis años escolares fui del grupo "popular", la que todos conocían, imitaban, querían invitar a salir o ser su amigo, pues no lo sentí ni un segundo. La preparatoria la terminé siendo mejor amiga de la chica que me hacía la vida imposible burlándose de mí junto a sus amistades. Y en la universidad... no sé, pocas fuerzas me quedaban para enfrentar las clases, como siempre optaba por ausentarme solo para quedarme en casa, por alejarme de mis compañeros al sentir que no encajaba ni con ellos, ni su forma de pensar, ni sus deseos o itinerarios, y tres semestres después, lo dejé. Intenté volver varias veces y siempre me acababa marchando. No sé si no pertenezco a ese "mundo" tampoco o simplemente no estaba preparada para él, quizás por ser tardía y old fashion en todo, no empatizo con lo que me rodea y se supone me debe agradar. Mis días escolares fueron un infierno, de lágrimas, ausencias, huidas, de visitas a la psicóloga del colegio y a mi psiquiatra, de sentirme la vergüenza de la clase... Pero de ahí puedo salvar algunas cosas porque también hubo risas, momentos de estar integrada y feliz, tuve profesores jodidamente desagradables pero también muchos buenos y cercanos que siempre llevaré conmigo, y aunque esporádicas, también buenas amistades. Tal vez no era culpa de mis compañeros o los académicos sino mía, que estaba con temor y autorechazo descubriéndome, interesada en cosas demasiado grandes para procesar, mucho más importantes que irme de fiesta con los chicos de mi edad. Lo "viví" sola pero lo necesitaba y aunque mi paso por la escuela haya sido diferente al de todo el que conozco, haya sido muy intrapersonal, creo que no lo cambiaría, no se sintió como estar en el colegio, pero quiero creer que era necesario y que cada quien debe hacer su propio viaje...
Hoy miro atrás y recuerdo pequeñas anécdotas, miradas cómplices, euforia extrema, horas de charlas, cartas y fotografías que permanecen guardadas... y me suele compensar tenerlo. Y lo echo de menos, como todos supongo, esas edades de preocupaciones de menor magnitud, de no tener tiempo para aburrirse, de ocuparse mayormente de pasar tiempo con amigos, tener detalles con quienes hacían nuestra vida más fácil y poder vivir esas primeras y tímidas veces. Supongo que a esto se refieran cuando hablan de caminos de rosas, tenemos espinas que duelen y nos hacen sangrar, pero también disfrutamos aroma de flores y pétalos por doquier, para ganar debemos perder. No sé si por mis ganancias valieron la pena mis pérdidas pero ahora es todo lo que tengo... Pensar en ese pasado viendo solo las sombras, es lacerante, por eso estoy aquí entre viejas fotografías celebrando el primer beso que me dio esa profesora que tanto me odiaba y olvidando que cada día estaba en el hospital o saltando una valla para emcerarme en mi habitación. Una cosa que descubrí con el tiempo es el daño que te causa hacer algo que no te gusta, y es que desde los 10 años, el miedo se apoderó de mí y ni siquiera pude asistir a clases en septiembre, mientras el resto descubría una escuela por la que había luchado para ingresar yo lloraba viendo amanecer por la ventana del hospital, sin poder andar. Desde entonces cada día hasta mis 19 años, algo sucedía conmigo y teníanque sacarme antes de clases, pero al dejar definitivamente los estudios, no volví a enfermarme de gravedad. Culpo a la frustración de tener que ir a clases a diario deseando dejarlo sin que me lo permitieran, por cualquier malestar. No sigo en contacto con mis compañeros, de ningún colegio, no soy de las típicas que todavía tiene las mismas amistades o está en un activo grupo de WhatsApp de la escuela lleno de anécdotas e historias que repetirnos. En ocasiones quiero que sigan en mi vida y esto es cuando recuerdo solo lo bueno, pero en realidad no es mi deseo. Como están las cosas es lo ideal. Ahora no me acuerdo de lo malo pero se que al intentar reconectar las antiguas riñas aparecieron y junto a ellas esa invisible chica que fui, a la que dejaron de llamar e invitar a las fiestas, la que se quedaba fuera de todo, la que se resumió en la pobre inadaptada que perdió a su mamá en la preparatoria y todos le tenían pena. Es difícil hacer las paces con el pasado, ellos no son los mismos y yo tampoco, y la sonrisa que me viene al rostro con sus recuerdos, son solo eso: memorias de algo que ya no existe.
Nunca podré reconciliarme con mi historia, con sus personajes y ni siquiera con la yo de antes. Porque esos que me vivieron hace 15 años, no me entienden hoy, me ven como un bicho raro que actúa como un rebelde cliché por un trauma mal manejado y no como la impoluta chica que mi madre me obligó a ser, la que antes conocían. Entonces me doy cuenta que nada ha cambiado realmente, ahora no soy invisible pero sí rechazada e incomprensible, igualmente echada a un lado... Lo entiendo y acepto, como siempre, con eso puedo vivir, no necesito el permiso del pasado para ser quien soy hoy. Es simpático algo: que ellos me vean hoy absurda, porque quien me conoce ahora lo único absurdo que cree es mi vida anterior, demasiado increíble que yo haya sido aquella, que haya vivido eso y a pesar de todo sea yo. A estos me los quedo y de aquellos mantengo las instantáneas...
Así que... mi vida estudiantil fue dura y sus memorias lo siguen siendo (aunque aparezcan ahora alumnos y profesores aclamando mi comprensión y mis disculpas), las llevaré siempre conmigo pero a veces, solo a veces, la nostalgia le gana a mis odios, y echo de menos. Echo de menos esa etapa. Esa vida que ya no me pertenece. Esa chica en la que no me reconozco. Es más sano que solo sentir rencor por lo que no se puede reescribir. Solo quisiera que supieran cada uno de esos ángeles que formaron parte de mi angustioso camino solo para iluminarlo, que estoy agradecida, los recuerdo con ternura y me siento enormemente orgullosa de poder ver sus logros hoy, sabiendo que crecí a vuestro lado, gracias y a pesar de muchos...

sábado, 6 de febrero de 2021

Madurar

                                



                              "Madurar".


Me dicen inmadura por soñar con bodas perfectas,
Por gritar mi amor al aire libre,
Por desear rosas ramos de rosas y globos,
Por enternecerme con peluches de 3 metros,
Por ser detallista y no olvidar ni una fecha, ni una palabra ni un beso,
Me dicen inmadura por darles el universo y esperar recibir la mitad a cambio...
¿Saben qué?
Si de eso se trata crecer y ser madura,
De ser seria,
De no soñar,
De no esperar más de la vida que lo que me da,
Yo no quiero hacerlo.
Prefiero mis caprichos a vuestra amargura.

viernes, 29 de enero de 2021

Medusas por un día


            
  

                          Medusas por un día 

A veces, muchas, la mente es nuestro peor enemigo, un lugar inhabitable del que es mejor huir, pero no tenemos cómo. ¿Y qué hacer entonces para no volvernos locos? Yo quisiera tener un botón de apagado o uno de reiniciar para que parasen los pensamientos, las emociones y la vida hasta que estuviera preparada para enfrentarlos. Pero esto no existe y estamos condenados a sobrevivir con penas en el alma que tanto pueden ser reales como creadas y no sabría decirles cuál de las dos pesa más. Pues si es existente es normal que te duela pero si no tiene lógica, es culpa nuestra y de las traiciones de un maldito subconsciente que ojalá pudiéramos controlar, mas es él quien nos controla, quien convierte lo que podría ser un día bueno en un torbellino de lágrimas y pensamientos autodestructivos. Mi psicólogo dice que quien tiene mayor mundo interno (normalmente los artistas, creadores, los que pensamos demasiado) es más propenso a que esto le ocurra. Pero, ¿por qué a nosotros? ¿Acaso deberíamos ser una ameba sin padecimientos ni preocupaciones ni mundos explorables en nuestro interior? ¿Por qué todos tenemos que pagar ese precio solo por ser más sensibles? ¿No puede existir un solo artista sin demonios y luchas intrapersonales? Si tenemos tanto dentro,  un mundo tan amplio por descubrir y caminar, sería mejor ser recompensados, atraer emociones bonitas que nos ayudaran a equilibrar nuestra vida, que nos abrihuen de vez en cuando de el hosyil exterior pues todo lo contrario es una injusticia, un pago demasiado alto. A veces deseo ser una medusa, dejar de pensar y sentir, de preocuparme y tener miedos para no tener que sufrir y crearme heridas invisibles a la humanidad pero entonces... dejaría de ser yo, una humana de carne, huesos y más pensamientos y pesares del que espacio tengo... Y por mucho que duela supongo que siempre es mejor ser nosotros mismos..., a pesar de estos días cuesta arriba en que un alma de medusa nos sentaría de gloria.


                                


jueves, 17 de diciembre de 2020

The reader, opinión y comentarios






"The reader", opinión y comentarios.


Hoy tras un maratón de filmes he llegado hasta The reader (El lector), el cual llevo guardando por años porque creo que los libros como las películas para ser plenamente disfrutados y comprendidos, para que dejen huella, tienen que tener su momento perfecto. No soy fan de irme tras la película al estrenarse por haberme cegado con tanto marketing, valoro mucho el cine y la literatura, ninguno es trabajo de un día sino de detalles y por la emoción de verlo lo antes posible podríamos perder importantes matices. Soy una amante de los dramas románticos no lo niego, pero hacía mucho no sufría tanto con uno, realmente la película consigue atraparte en un dilema moral por el cual pasa el propio protagonista Michael Berg, aunque a él se le resuelve mucho más rápido que al espectador que desea un giro de guión hasta el último segundo y culpa a Berg de sus decisiones, al menos fue mi caso. Tal vez el hecho de practicar la abogacía tras el misterioso abandono de Hanna lo volvió un hombre más racional que emotivo, lo cual se puede apreciar hasta el final del filme donde tras tantos años él no consigue crear vínculos duraderos con mujer alguna. Tanto la película como la novela del alemán Bernhard Schlink tratan el Holocausto judío, el amor y sus huellas y el descubrimiento y tienen como tema el sufrimiento que trae consigo el conocimiento. En cierto punto te planteas varias interrogantes que el mismo protagonista tuvo que enfrentar en ese momento, al reencontrarse, como estudiante de derecho, con Hannah en medio de un juicio por sus horribles acciones pasadas, las cuales él desconocía. Pero no solo eso ahí el descubre que la pasión de la mujer porque él le leyera tenía una explicación que podría haber resuelto el dilema de la película: ella era analfabeta y estaba extremadamente avergonzada de eso, tanto como para elegir una sentencia perpetua antes que decirlo. ¿Están justificados los actos de la acusada si no sabía realmente lo que hacía? ¿Con juzgar a los guardianes de un campo de concentración, probablemente los últimos monos dentro de los nazis, llega y se calman las conciencias? ¿Puede uno seguir queriendo a la persona amada después de descubrir que ha cometido un crimen imperdonable? ¿Se puede a través del amor perdonar?

(Spoiler Alert, si no has visto la película no sigas leyendo)

 Para Michael claramente fue un "No" rotundo la respuesta, para mí..., a pesar de que es y hubiese sido difícil, sería un "Sí". Si es que el amor es tan verdadero no tiene condiciones, me pongo en su piel y hubiera intercedido y dicho que era analfabeta y pagaría lo justo como las demás compañeras, no una exagerada sentencia que no le correspondía. Su horror fue tanto que él no pudo hacerlo y supongo que la declaración de ella en el juicio tuvo mucho que ver, no parecía arrpentida simplemente hablaba como si fuera una máquina que solo seguía instrucciones y este tipo de controladoras acciones se ven en ella a través de todo el filme. Cuando Hannah gracias a él aprendió a leer y escribir, escuchando los cassettes de Berg leyéndole, aprendió y entendió el horror y magnitud de sus acciones, el saberlo le dolió tanto que prefirió acabar con su vida que vivir con ello. Y es que yo me pongo en su piel pensando en mi pareja, y hablo desde un amor sincero e incondicional mas no ciego, y yo daría la vida, hiciera lo necesario por salvarla y ayudarla hasta dentro de la más difícil de la situación, mataría y hasta ocultaría un cadáver por ella de ser necesario. Porque el amor puede ser comprensivo, puede perdonar, puede ayudar a crecer y aprender, cuida, protege, la pareja es un equipo basado en la confianza, la comunicación y el respeto. Por lo tanto llegando al final de The reader, me reivindico, yo hubiera tomado la decisión opuesta a Michael, ella no era consciente del todo de sus acciones y el dolor de verlo y saber que está tan decepcionado que ni la ayuda, totalmente te hace odiar al protagonista y verlo como el villano de la historia a pesar de no ser contada desde el punto de vista de Hannah. Una mujer totalmente analfabeta que podemos ver desde el inicio en todos sus bruscos tratos y movimientos, era como un soldado que solo ejecutaba órdenes recibidas como tantos durante el holocausto, así que un juicio y aun más una condena (tanto del gobierno como de tu pareja) me parece ridículo, los que deberían estar siendo juzgados eran los altos mandatarios, y aun así no, no sirve para limpiar consciencias ni sanar heridas, no se pueden resarcir las muertes con cadenas perpetuas. Sin embargo no pierde méritos, es una gran película y trama con extraordinarias actuaciones y el propósito de toda obra de arte es hacerte pensar y reflexionar, conmigo lo han conseguido.